La historia nos da la pauta para invertir

Numerosas voces alrededor del mundo -entre ellos, gobernantes, economistas e historiadores- han catalogado la crisis económica causada por el coronavirus como el peor evento económico desde la Segunda Guerra Mundial.

Lo cierto es que, además del impacto repentino en la economía, los mercados financieros han mostrado desplomes en los principales índices bursátiles del mundo y una volatilidad e incertidumbre extremas.

Pero, también es cierto que los periodos de crisis financieras se han sucedido a lo largo de la historia. Si bien las causas, duración e intensidad han variado entre unas y otras, los datos económicos recopilados por Credit Suisse en 26 países en los últimos 120 años muestran que después de que las crisis disminuyeran se llegó a una recuperación e, incluso, a la expansión.

Este es el caso de la Crisis del 29, en Wall Street, donde la renta variable estadounidense llegó a caer un 80% en términos reales, pero a largo plazo, se recuperó y ganó nuevos máximos; o de varios países europeos que en la mitad del siglo XX mostraron retornos de acciones extremadamente bajos después de la guerra y, una vez que se revirtió la caída económica, estuvieron entre los mercados que mostraron mejores resultados.

Los datos económicos demuestran, además, que las estrategias de inversión diversificadas globalmente y con una perspectiva de largo plazo han triunfado sistemáticamente por encima de todas las demás, y que la paciencia en materia de inversión, en estos casos, es un buen pagador a largo plazo. La razón es que los períodos de incertidumbre toman tiempo para desarrollarse y alcanzar el clímax antes de que las medidas políticas (en este caso, la contención del virus y las políticas económicas desarrolladas por organismos internacionales y gobiernos) sean efectivas.

Con esta perspectiva que nos da la historia, y después de la promulgación del paquete fiscal en Estados Unidos y de nuevos indicadores que muestran una mejor contención del virus en Europa, somos partidarios de aprovechar la coyuntura para implementar una estrategia de inversión bien constituida. Creemos que es momento de aumentar la renta variable en nuestras carteras, de forma cuidadosa, invirtiendo en carteras bien diversificadas y, en una parte, en estructuras diseñadas para que funcionen bien cuando las acciones van mal.