La nueva estrategia de la OTAN
La alianza atlántica aprobó la semana pasada el mayor giro desde el fin de la Guerra Fría, reforzando su rol en el inestable escenario de seguridad global.
En enero de 2017, días antes de asumir, el entonces Presidente electo de Estados Unidos Donald Trump aseguró que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) estaba obsoleta porque era una alianza creada “hace muchos, muchos años”. Y durante su gestión mantuvo una tensa relación con los demás países que integran la organización, reviviendo el debate sobre el futuro de la alianza y su razón de ser. Sin embargo, el panorama cambió radicalmente a partir del 24 de febrero pasado, cuando el Presidente ruso Vladimir Putin invadió sorpresivamente Ucrania, iniciando el mayor conflicto armado en suelo europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. “El principal impacto geopolítico de la escalada rusa en el conflicto de Ucrania ha sido el fortalecimiento de la OTAN”, dijo hace algún tiempo el presidente de Eurasia Group, Ian Bremmer.
Como parte de este proceso, la semana pasada la alianza atlántica dio un paso decisivo. Hasta ahora el reforzamiento de la OTAN se había evidenciado principalmente en la mayor coordinación entre sus miembros y en el envío de apoyo militar de algunos de los países que la integran al gobierno ucraniano de Volodymyr Zelensky. Sin embargo, durante la reciente cumbre en Madrid se acordó el nuevo Concepto Estratégico de la alianza, que si bien es el cuarto desde el fin de la Guerra Fría, es el más decisivo en sus alcances. Más allá de la incorporación de Suecia y Finlandia -la que deberá concretarse una vez que los parlamentos de los países miembros la aprueben y amplíen a 32 los integrantes del pacto-, el documento definió a Rusia como su “más significativa y directa amenaza” y a China como “un desafío contra los intereses, seguridad y valores” de los países miembros.
En el anterior documento similar aprobado hace 12 años, no solo Rusia era considerado un “socio estratégico”, sino que no había ninguna referencia a China, concentrándose básicamente en las amenazas cibernéticas y terroristas. Más allá de la escasa visión que ello puede haber revelado, el hecho es que con el nuevo Concepto Estratégico aprobado en Madrid, la Alianza Atlántica refuerza su condición de principal pacto militar del mundo -los países que lo integran reúnen más del 57% del poderío militar del planeta- y mira más allá de los márgenes de Europa. Tras su nacimiento en 1949 con la firma del Tratado del Atlántico Norte, el foco de la OTAN estuvo concentrado en contener la amenaza de la Unión Soviética y sus aliados. Hoy la alianza se erige no solo como la organización de defensa más poderosa de Occidente, sino que amplía sus lazos hacia Asia Pacífico. Todo ello en un escenario de seguridad global especialmente inestable.
Los acuerdos alcanzados en Madrid permitirán elevar el despliegue de efectivos de la fuerza rápida de 40 mil a 300 mil y potenciar las defensas en el este de Europa, donde países como Lituania, Estonia, Letonia y la propia Finlandia han expresado su preocupación de una acción rusa similar a la llevada a cabo en Ucrania. Ello si bien es un paso decisivo en el reforzamiento de la seguridad europea, también plantea riesgos. El Presidente ruso ha advertido que un aumento de la presencia militar en esas zonas llevará a acciones similares por parte de Rusia, acrecentando los riesgos de un enfrentamiento armado. Pero, como apuntó el secretario general de la OTAN, el principal responsable del actual clima de inseguridad no es la alianza atlántica, sino la agresión unilateral de parte de Rusia a Ucrania. El nuevo Concepto Estratégico es solo una respuesta a ello.
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