La oferta de centroderecha para reformar la Constitución

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Es valioso que un sector tradicionalmente refractario al cambio constitucional se allane a seguir con el proceso de reformas en caso de que triunfe el Rechazo, al reconocer que la Carta vigente ya no es un factor de unidad.



Los tres principales partidos de la centroderecha -UDI, RN y Evópoli- han concordado estas últimas semanas en que el sector debe abrirse a impulsar cambios al actual ordenamiento constitucional en caso de que triunfe la opción Rechazo en el plebiscito de septiembre. Si bien esto se venía insinuando desde hace ya un tiempo, el hecho de que haya tomado forma en ofrecimientos concretos supone un paso significativo, permitiendo no solo descomprimir en parte el polarizado ambiente que se observa en torno a la propuesta de nueva Constitución, sino también le brinda al sector la posibilidad de retomar un rol más preponderante en el debate constituyente, lo que no ocurrió en la Convención.

Los presidentes de los tres partidos enviaron la semana pasada una reservada carta al Presidente de la República, en la que además de hacerle ver la importancia de que asuma un rol activo para elaborar un camino compartido en caso de que triunfe el Rechazo, las colectividades también expresan su compromiso con dar continuidad al proceso constituyente si el texto propuesto por la Convención no es aprobado, reconociendo que la mayoría del país ya se pronunció en esa dirección en el plebiscito de entrada. Dirigentes del sector han hecho ver que en el evento de que se imponga el Rechazo, hay múltiples caminos que podrían explorarse, como por ejemplo volver a convocar a un plebiscito para que la ciudadanía determine si quiere continuar el proceso de reformas con otra convención, o mediante una comisión de expertos.

No toda la derecha se ha unido en torno a esta propuesta de reformas, pues el Partido Republicano ya anunció que hará campaña por el Rechazo, sin que hasta ahora haya manifestado su voluntad de continuar con el proceso de reformas constitucionales. Lo cierto es que a diferencia de lo que venía ocurriendo desde hace décadas, por primera vez la mayor parte de la derecha política da la señal de que la actual Constitución requiere de cambios profundos.

En esto, el sector debe dar muestras de que es creíble en su ofrecimiento, pues también parece un hecho que la actitud pertinaz de haberse opuesto a cualquier cambio constitucional siembra dudas o desconfianza en el electorado de que ahora sí vaya a ocurrir. En ese orden de cosas, la propuesta que formuló el presidente de la UDI, quien desde ya se allanó a la idea de cambiar el quórum de 2/3 que la actual Constitución exige para reformar algunos de sus capítulos fundamentales -un umbral que muchos detractores del actual texto siempre han considerado como un “cerrojo”, por la dificultad de alcanzar dicho quórum-, es una señal que refuerza ese compromiso, sin perjuicio de que algunos dirigentes del sector han expresado algunas reservas sobre el momento en que debería concretarse un cambio así.

Es un avance que las principales dirigencias de la centroderecha -que son parte de la generación de recambio- estén aceptando una realidad que ya resulta incontrarrestable, cual es la necesidad de introducir cambios importantes. Parece estar comprendiéndose mejor que la necesaria defensa de principios y convicciones no debe confundirse con la defensa a ultranza de un texto que ya no cumple con su papel de ser un punto de unión entre los chilenos, más allá de que se trate de una Carta Fundamental que ha sido objeto de profundos cambios en democracia.

A juzgar por el elevado número de personas que tampoco percibe que la propuesta de la Convención vaya a constituir un factor de unidad, es fundamental que desde ya las fuerzas políticas vayan preparando caminos alternativos. En ese orden de cosas, el gesto de apertura que ha mostrado la oposición cobra aún mayor relevancia considerando que esta semana la vocera de gobierno cerró la puerta a la posibilidad de consensuar algún camino ante un eventual Rechazo, pese a que el propio Presidente de la República había señalado que el gobierno se encontraba evaluando todos los escenarios. Cabe no perder de vista que si se impone el Rechazo continuará rigiendo la actual Constitución; de allí la importancia que un sector de la política, que fue refractario al cambio, anticipe que el actual texto -u otro que lo reemplace posteriormente- recogerá esta voluntad de introducir reformas.

En las semanas que restan para el plebiscito, los partidos de la centroderecha deberían aterrizar más exhaustivamente sus propias propuestas de cambio, lo que permitiría calibrar mejor en qué se podría traducir la oferta de no detener el proceso constituyente. El sector que representa el Partido Republicano debería tomar nota de esto y buscar sumar fuerzas, porque de lo contrario quedará en una postura aislada, desconectado del grueso del electorado.

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