La preocupación empresarial por la reforma tributaria

Marcel tras Imacec: “La economía va acentuando este aterrizaje necesario para reducir las presiones internas sobre la inflación”

El adverso escenario que enfrenta la economía global y doméstica configura un ambiente muy desfavorable para una reforma de esta envergadura. Ello exigirá al Ministerio de Hacienda especial prudencia en su implementación.



Para cualquier gobierno encontrar un tiempo propicio para discutir una reforma tributaria es de suyo complejo. Siempre hay elementos de entorno económico a los que echar mano para justificar que se podría posponer la reforma hasta encontrar una mejor oportunidad. Pero lo cierto es que hoy objetivamente el país se encuentra en uno de los peores momentos para retomar la discusión impositiva.

Luego del estallido social y la pandemia, Chile enfrenta un panorama económico cargado de incertidumbre. En el plano local, el exceso de gasto empujó la actividad a niveles insostenibles y hoy es necesario contraer el gasto para evitar presiones inflacionarias adicionales. Esto, porque el alza en los precios puede superar el 13% anual, en niveles que exceden por mucho el rango definido por el Banco Central y que reflejan bien el desalineamiento del gasto interno.

También hay variables externas muy preocupantes. El precio del cobre ha estado fluctuando en tono a US$3,3 la libra, lo que representa una caída de 30% en relación con los niveles de comienzos de abril. Al igual que en el plano local, los bancos centrales del mundo están retirando los estímulos monetarios para evitar una nueva escalada en los precios, los que resienten el conflicto en Europa del Este y las continuas disrupciones logísticas a raíz de la pandemia. Sumado a la necesaria convergencia fiscal que deben enfrentar varias economías desarrolladas, algunos estiman que la desaceleración que enfrentará la economía mundial será pronunciada, incluso con riesgo de caer en una nueva recesión global.

Todo lo anterior está teniendo impactos progresivos en la actividad local. Pese a que el crecimiento del periodo enero-mayo fue de 7%, el mercado está esperando que la actividad cierre este año 2022 en 1,8%, lo que implícitamente supone una caída de 1,6% en lo que resta del año a contar de junio. Hay señales preocupantes también por el lado de la inversión. Por ejemplo, la confianza empresarial ha comenzado a hundirse en terreno negativo y llegó en junio a su peor nivel en 22 meses, en tanto que las ventas de materiales de construcción -que anticipan el ciclo en materia de inversión- muestran caídas anuales significativas. A todo ello se suma la natural incertidumbre que provoca el proceso constituyente, el cual todo indica que se prolongará mucho más tiempo del previsto.

En este contexto se discuten aspectos de fondo sobre el esquema tributario, que ha pasado a convertirse en una de las preocupaciones más importantes en el mundo empresarial. Ello resulta evidente, considerando el cambio estructural que supone esta reforma. Entre otros aspectos, la propuesta contempla la desintegración de los impuestos corporativos de los personales, aumentos en las tasas del global complementario, un nuevo impuesto a la riqueza, un nuevo tributo al diferimiento del pago de impuestos personales, aumentos al royalty de la minería, entre otros, que son en conjunto una mezcla ambiciosa para encontrar fuentes de financiamiento al programa de gobierno. Se aspira a recaudar 4,2% del PIB, lo que configura una de las reformas más exigentes desde el regreso a la democracia.

No debe extrañar que uno de los aspectos que fue motivo de más consultas en el reciente Chile Day, en Nueva York, haya tenido que ver con la reforma tributaria, particularmente en lo relativo al royalty minero, que ha causado alta preocupación en inversionistas extranjeros. BHP, uno de los actores más relevantes de la minería mundial, ha anunciado la posible revisión de su plan de inversiones en el país, debido a que el proyecto de ley colocaría a Chile entre las economías con mayores tasas impositivas, comparado con Perú, Australia o Canadá. A nivel ciudadano, la reforma tampoco ha logrado encontrar -al menos hasta ahora- especial respaldo. De acuerdo con un estudio de Cadem, una alta proporción de chilenos desconoce sus aspectos centrales, lo que quizás explica por qué el 45% está en desacuerdo.

Es un hecho que el ministro de Hacienda enfrenta ahora la dura tarea de armonizar los objetivos de recaudación con la adversa realidad que se anticipa para la economía. En ese sentido, ha sido positivo que la autoridad se haya abierto a estudiar posibles enmiendas a la reforma, pero todo indica que será necesaria más apertura para revisar algunos aspectos de fondo, y pausar el ritmo en que se pretende implementar si acaso la economía entra en un ciclo muy adverso. De lo contrario, parece evidente que las expectativas para la inversión podrían deteriorarse a una velocidad mucho mayor.

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