La realidad de los homicidios en Chile
El primer informe sistematizado que ha dado a conocer la autoridad no solo confirma un peligroso aumento del flagelo, sino que este se concentra con especial fuerza en ciertas regiones y comunas.
El Centro para la Prevención de Homicidios y Delitos Violentos, dependiente de la Subsecretaría de Prevención del Delito, ha dado a conocer el primer informe sistematizado de homicidios consumados en Chile, comprendiendo el periodo 2018-2022. Este insumo resultaba fundamental, pues dar con una cifra unificada de homicidios es un instrumento que permite dimensionar la realidad de este flagelo y orientar mejor las políticas públicas para su combate. En ese sentido, estas cifras vienen a confirmar las tendencias que ya se habían anticipado, al mostrar un peligroso incremento en nuestro país.
Conforme con dicho catastro, mientras en 2018 se registraron un total de 845 víctimas en homicidios consumados, en 2019 escaló a 924, y a 1.115 en 2020. En 2021 disminuyó a 906, probablemente explicado por las restricciones que impuso la pandemia, mientras que en 2022 se llegó a 1.322 víctimas. Estas cifras resultan claramente preocupantes, y no deben subestimarse descansando en las comparaciones internacionales. Esto, porque si bien Chile sigue estando entre los países de la región con menores tasas de homicidio por cada 100 mil personas (6,7) -a mucha distancia de la realidad que se vive en países como México (24,5), Venezuela (35) o incluso de Uruguay (10,8), y no demasiado distante del promedio mundial (5,8)-, comparado con lo que ha sido nuestra propia realidad el fenómeno presenta un aumento explosivo y en poco tiempo.
Estas estadísticas actualizadas no solo deben servir para tomar conciencia sobre el flagelo, sino que también permiten visualizar realidades locales que se difuminan en los promedios, revelando que hay sectores en nuestro país especialmente golpeados por este tipo de delitos. A nivel de regiones, Arica/Parinacota (17,4), Tarapacá (13,4) y Antofagasta (9,4) son las regiones que en 2022 concentran el mayor número de homicidios por cada 100 mil habitantes, revelando que la Macrozona Norte es la parte del territorio que más se escapa de la media nacional. Pero hay situaciones todavía más complejas cuando se observa la realidad comunal, donde la tasa de homicidios aparece fuertemente abultada. Al ver los datos de 2022, llaman la atención sobre todo los casos de Arica (17,4), Colina (15,8), Lo Espejo (15,6) y Santiago, tasas que bien se podrían comparar con las que presentan países de alta peligrosidad.
La sociedad no puede conformarse con la idea de que en un mismo país convivan zonas con estándares de países desarrollados, con otras donde prevalecen indicadores propios del tercer mundo. Esta dramática disparidad no solo resulta socialmente injusta, sino que también permite dimensionar que este tipo de delitos tiende a concentrarse con especial intensidad en ciertas regiones y comunas. En ello pueden incidir una serie de variables, pero probablemente en varias de ellas el denominador común es el aumento del crimen organizado, que ha encontrado en dichos territorios condiciones favorables para su proliferación. La presencia cada vez mayor de carteles o bandas de narcotráfico parece ir de la mano con el aumento de los asesinatos cometidos en la vía pública, así como en el uso de armas de fuego, tal como muestra el informe.
Todos estos insumos deberían ayudar a focalizar de mejor forma los esfuerzos de la fiscalía y las policías para combatir el flagelo de los homicidios, los que ciertamente deben centrarse sobre todo en aquellas zonas más golpeadas por estos delitos.
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