La relación entre Chile y Argentina

Presidente Boric y Milei

Pese a las diferencias ideológicas entre ambos gobiernos, la relación entre los dos países no se debería ver afectada, pues esta se maneja por cauces profesionales y siguiendo lineamientos de Estado. Las primeras señales, de hecho, han sido alentadoras.



La elección de Javier Milei como nuevo Presidente de Argentina abrió un cierto grado de incertidumbre respecto de cómo se proyecta la relación bilateral entre el país vecino y Chile, considerando que Milei y Gabriel Boric representan mundos ideológicos muy distintos y, de hecho, en el pasado el nuevo Mandatario trasandino había proferido en distintas oportunidades duras expresiones contra su par chileno.

La relación bilateral entre ambos países afortunadamente descansa sobre bases muy sólidas, donde más allá de las diferencias personales que pueda haber entre quienes gobiernan los países, ante todo prevalecen las políticas de Estado y un manejo diplomático muy profesional. Así ocurrió, por ejemplo, durante los dos gobiernos de Sebastián Piñera, donde en su primera administración le correspondió entenderse con Cristina Fernández -relación que en general fue muy fluida-, y luego con Alberto Fernández, donde, a pesar de desafortunadas intervenciones en la política doméstica chilena por parte de Fernández, la sólida relación entre ambos países no se vio afectada.

Las primeras señales que se han dado a ambos lados de la cordillera son alentadoras, en cuanto a que existe la intención de hacer prevalecer los históricos vínculos por sobre cualquier diferencia ideológica. Victoria Villarruel, quien será la próxima vicepresidenta de Argentina, resaltó este punto: “Vamos a trabajar más allá de las caras y de los nombres por lograr que el pueblo argentino y el pueblo chileno tengan una cordial y fraternal relación”, dijo.

Por su parte, habla bien del Presidente Boric que haya llamado a Milei para felicitarlo por su triunfo -gesto que el Presidente electo agradeció-, como también que se haya despejado tempranamente las dudas que había respecto de si Boric asistiría a la ceremonia de cambio de mando -la vocera de gobierno había insinuado inicialmente que podría haber problemas de “agenda” por parte del Mandatario-. Ayer, La Moneda ratificó que el Presidente viajará, manteniendo de esa forma una larga tradición entre ambos países.

Con su actuación proactiva y disposición para encontrarse con Milei, el Presidente Boric también ha marcado una clara diferencia con algunos de sus pares de la región, como es el caso de los presidentes de Brasil y Colombia, que ya han anticipado que no viajarán al cambio de mando.

En el frente interno se ha abierto un debate acerca de los pasos que debería dar la Cancillería para nombrar al nuevo embajador en Buenos Aires, posición que está vacante desde que a fines de septiembre Bárbara Figueroa (PC) lo dejó para asumir como secretaria general del partido. Ciertamente, por un asunto de interés estratégico, el cargo debería ser llenado a la brevedad; dado que las relaciones diplomáticas entre ambas naciones se manejan por cauces profesionales y por directrices de Estado, la militancia del embajador no debería ser especialmente relevante, pero sí parece indispensable que quien nomine el Presidente debe ser alguien con amplia experiencia y redes en la política argentina.

Sin perjuicio de que la relación bilateral atraviesa por un muy buen momento, según reconocen ambos países, es importante seguir profundizando la agenda de integración. En ese ámbito se encuentran aspectos como la energía -Argentina de hecho ya suministra del orden de la mitad del gas natural que consume el país-, el Acuerdo Comercial, que da enormes espacios para incrementar el intercambio -que ronda los US$ 6 mil millones- y en la medida que Argentina busca avanzar hacia un modelo mucho más promercado, es también una oportunidad para reimpulsar las inversiones.

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