La responsabilidad ciudadana frente a la pandemia
Es acertado que la autoridad haya decretado medidas severas de confinamiento, pero si no hay cooperación de la ciudadanía en cumplirlas, el escenario podría tornarse aciago.
El explosivo aumento de casos de Covid-19 registrado en las últimas 24 horas -2.660 nuevos casos, 60% por sobre lo registrado el día anterior- ha motivado por parte de la autoridad sanitaria la adopción de medidas sin precedentes para contener el avance de la pandemia, particularmente en la Región Metropolitana, donde se registra la mayor cantidad de contagios. Es así como un total de 38 comunas de dicha región estarán en cuarentena total a partir del viernes por la noche, lo que supondrá el confinamiento de unas 7,4 millones de personas.
Conforme la velocidad a la que avanzan los contagios, y el elevado número de personas que cada día debe acceder a camas UCI -disparándose a un promedio de 20 pacientes por día-, existe la razonable inquietud de que los sistemas de salud en algún momento colapsen, un evento que previsiblemente incrementaría el número de fallecidos por Covid, indicador que si bien ha tendido a aumentar en los últimos días, sigue en niveles acotados. Con todo, el escenario ya es muy ajustado: la ocupación de camas crítica alcanza al 90% en la Región Metropolitana, y un 78% a nivel nacional. No cabe entonces hablar de que el país ha colapsado, pero es evidente que si la tasa de contagios no logra aplanarse en las próximas dos semanas, el escenario podría tornarse aciago.
Por ello las medidas que se tomen hoy son críticas para lo que ocurrirá en los días venideros. El cambio de tono de la autoridad, que ya no disimula la complejidad del momento, es adecuado, dejando de lado las señales exitistas que de algún modo produjeron cierta sensación de relajo en la población. Asimismo, la dictación de la cuarentena prácticamente total en la Región Metropolitana es una medida plenamente acertada a la luz de la realidad epidemiológica, un paso que cabía reservar para cuando la situación así lo ameritara.
Haber partido desde un inicio con una cuarentena total no aseguraba la contención total del virus; ello habría significado imponer costos altísimos a la población, pero sin ninguna certeza de que se lograría el objetivo sanitario deseado. En ese sentido, fue prudente haber decretado o retirado cuarentenas conforme los datos disponibles en cada momento, sin perjuicio de que cabrá revisar si la velocidad con que se adoptaron algunas decisiones fue la adecuada o no, todo lo cual forma parte del necesario aprendizaje de cómo lidiar con una pandemia. Es el momento también para que aquellas autoridades edilicias que reclamaron airadamente porque no había cuarentena general demuestren ahora que sí estaban preparados para enfrentar con eficiencia este momento.
Ahora que por parte de la autoridad se han dictado las medidas más restrictivas posibles, llega el turno de la ciudadanía cumplir con su parte y respetar escrupulosamente las cuarentenas, evitar aglomeraciones y procurar el uso de mascarillas en lugares públicos. El éxito de las medidas para contener el virus depende en gran medida de que la ciudadanía las internalice y las asuma como una responsabilidad con el país, algo que lamentablemente no se ha estado cumpliendo como se habría esperado. A partir de este momento no hay margen para la indolencia o la irresponsabilidad.