La tormenta perfecta en que se encuentra el gobierno
El caso de Democracia Viva y los indultos han golpeado con inusitada fuerza al gobierno. Es la consecuencia inevitable de la combinación del timing electoral, promesas incumplidas y graves errores de juicio en La Moneda.
Era difícil imaginarse que en una misma semana dos casos altamente complejos para la Moneda como son el escándalo de Democracia Viva y los indultados en el marco del estallido social se reactivaran con tanta fuerza, y justo en la antesala del plebiscito, un hecho que naturalmente ha creado una tensión mucho mayor por las eventuales repercusiones electorales que estos casos podrían conllevar. Lo cierto es que no cabe duda de que esta combinación de factores ha terminado creando una verdadera tormenta perfecta para el gobierno, donde la errática forma de salir al paso de estos desaguisados ha dejado también de manifiesto las serias debilidades de La Moneda para enfrentar este tipo de situaciones, que en vez de contenerlas parecieran amplificarlas.
Los hechos que han vuelto a la primera plana son de suyo muy demoledores. En el caso de Democracia Viva, la detención del exseremi de Vivienda de Antofagasta, Carlos Contreras, y el exdirector de la fundación, Daniel Andrade -procedimiento que fue llevado a cabo con un inusual nivel de aparatosidad-, y su posterior formalización por fraude al Fisco , van confirmando las sospechas de que el caso tendría ramificaciones más profundas de las que inicialmente se pensaba. Por su parte, la diputada y expresidenta de Revolución Democrática, Catalina Pérez, está en calidad de imputada, donde se investiga el origen de cuantiosos traspasos a sus cuentas personales, en tanto que los detalles que ha ido revelando el Ministerio Público empiezan a dejar al descubierto una intrincada trama, que involucra a varios militantes de RD.
Pero probablemente el flanco más complejo para La Moneda es la insostenible situación en que se encuentra el ministro de la Vivienda, Carlos Montes, ante la aparición de nuevos antecedentes que ponen en entredicho su versión de que sólo se enteró de que había irregularidades una vez que el caso de hizo público, pues por lo visto La Moneda había recibido para entonces varias alertas de los problemas en Antofagasta. Esto también está complicando de sobremanera al jefe de asesores del Segundo Piso, Miguel Crispi, quien había dicho que tomó conocimiento del caso por “rumores” que habían llegado a La Moneda, y se encuentra imputado.
En paralelo, se recibía la noticia de que uno de los doce indultados por el Presidente Boric en el marco del estallido social había sido detenido por su presunta participación en un caso de secuestro, donde finalmente fue formalizado por la Fiscalía, un hecho que ha tenido a la vocera y al subsecretario del Interior dando erráticas explicaciones en las últimas horas. Desde luego un caso de secuestro es en sí muy grave, pero éste despierta una indignación ciudadana aún mayor cuando esto tiene lugar justo cuando el país atraviesa por una crisis de seguridad, que se ha convertido sin ninguna duda en el flanco de mayor debilidad del gobierno.
Es evidente que a la hora de explicar cómo se llegó a esta tormenta perfecta, queda claro que el timing tanto electoral como por la ola de violencia no podría ser peor para el gobierno. A ello se agregan manifiestas fallas derivadas de la inexperiencia o la tozudez, donde por cierto la principal responsabilidad le cabe al Presidente. En tal sentido, el Mandatario está pagando ahora los costos de haber decretado esos indultos a pesar de que muchas voces le advirtieron sobre los riesgos de tal decisión, y el hecho de que inexplicablemente siga manteniendo en el cargo al ministro Montes, cuando ya es obvio que su presencia daña al gobierno como un todo, sólo confirma que en buena medida de trata de una tormenta autoprovocada, sin capacidad para anticipar sus repercusiones.
Pero hay también un factor adicional que permite explicar por qué estos casos han terminado rebotándole de tal manera al gobierno, golpeando directamente en su línea de flotación. No hay que olvidar que la generación gobernante construyó su proyecto político sobre la base de la superioridad moral, prometiendo una nueva política, repudiando todo afán de lucro y beneficio de los cargos públicos. Al estallar el caso de Democracia Viva, todas esas promesas se desmoronaron, generando un sentimiento de profunda defraudación. Y por cierto que cuando muchos de sus dirigentes irresponsablemente ampararon la violencia política y prestaron entusiasta apoyo a la “primera línea” en los días más álgidos del estallido, es evidente que ahora que la inseguridad aparece desbordada casos como el indulto tienen un impacto mucho mayor en la ciudadanía.
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