Las dudas que dejó el debate presidencial en EE.UU.

REUTERS/Brian Snyder

El encuentro vino a confirmar la difícil elección que tienen por delante los estadounidenses, entre un expresidente condenado por la justicia y un mandatario que despierta dudas sobre su capacidad para dirigir los destinos del país.



El primer debate presidencial de Estados Unidos fue inédito por varias razones. Por primera vez en la historia, el encuentro se realizó antes incluso de las convenciones demócrata y republicana en la que ambos partidos deben proclamar formalmente a sus candidatos. Nunca antes, además, habían debatido un presidente en funciones con un ex presidente de Estados Unidos. Y, en un hecho inédito, la comisión no partidista de debates presidenciales, creada en 1987, no intervino en la organización del enfrentamiento entre los candidatos a ocupar la Oficina Oval. Pero más importante que lo anterior, lo que hacía único el debate del jueves pasado y despertaba especial interés es que reunía a los dos candidatos presidenciales de mayor edad en la historia de Estados Unidos.

Fue justamente eso lo que finalmente marcó la cita de la semana pasada en Atlanta, en especial en relación al Presidente Joe Biden, instalando la interrogante sobre si el candidato demócrata está en condiciones de seguir en campaña. El mandatario, que aspira a la reelección, tenía un único objetivo que cumplir en el primer debate presidencial: demostrar que su avanzada edad -asumiría con 82 años su segundo periodo- no era un impedimento para cumplir con sus obligaciones. Según un sondeo de Gallup, conocido poco antes del encuentro, un 67% de los estadounidenses consideraba que el mandatario es demasiado mayor para ser candidato. Una cifra que está lejos de bajar tras su desempeño del jueves. Incluso entre los demócratas, lo sucedido en Atlanta despertó preocupación y un sondeo de YouGov, tras el debate, mostró que un 49% considera que el partido debe buscar otro candidato.

Biden se vio débil, en muchos casos pareció hilvanar con dificultad sus ideas e incluso en una ocasión perdió el hilo de su respuesta y fue “salvado” por el conductor del encuentro que retomó el control y dirigió una nueva pregunta hacia el expresidente Donald Trump. Todo ello fue suficiente para que se multiplicaran las alertas sobre las condiciones de salud del mandatario. “¿Es Biden demasiado viejo? Estados Unidos tuvo su respuesta”, escribió The New York Times luego del encuentro. Pese a ello, reemplazar al actual mandatario como el candidato demócrata para noviembre no es fácil y exige, de acuerdo con las nuevas normas de la convención del partido, que sea él quien renuncie a esa opción. Sin embargo, el hecho de que el primer debate se haya llevado a cabo con tanta antelación, da más margen al partido para evaluar sus opciones y buscar alternativas.

Pero independiente de lo anterior, lo sucedido el jueves pasado viene a confirmar la difícil elección que tienen por delante los estadounidenses. De no producirse ningún cambio en la papeleta, deberán optar en noviembre entre un candidato que muestra un débil estado de salud a causa de su avanzada edad y cuya capacidad para cumplir a plenitud sus funciones está seriamente en duda y otro, que no solo fue condenado por 34 cargos criminales de falsificación de registros financieros, sino que enfrenta además tres procesos adicionales, incluyendo uno por intentar obstruir un acto oficial y alterar la voluntad ciudadana, al insistir en no reconocer los resultados de la elección de 2020. Por ello, en lugar de aportar a una deliberación informada por parte de los votantes, lo sucedido en Atlanta aumentó la incertidumbre sobre el futuro de la principal potencia mundial.

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