Lecciones de Buenos Aires
Cuando comenzó la pandemia, el Presidente argentino, Alberto Fernández, aplicó la cuarentena total recomendada por el Colegio Médico chileno y centros de estudios afines a su directiva. Los primeros números le dieron la razón y Fernández salió a criticar a Suecia y Chile diciendo que había que privilegiar la vida antes que la economía.
Cinco meses después, la situación ha tenido un vuelco dramático. La cuarentena se mantiene, pero los contagios se dispararon y Argentina es uno de los países con más fallecidos por Covid-19. Pero lo más grave es que encabeza los índices de positividad, lo que permite inferir que la enfermedad está fuera de control. Además, la economía que ya venía mal se destruyó con el encierro, y la gente ha comenzado a protestar en las calles, incluso en las afueras de la residencia del Presidente.
¿Por qué se desplomó la estrategia que encandiló a políticos y expertos chilenos? Intentaremos explicarlo en clave urbana. El gran Buenos Aires se compone de dos territorios: la ciudad autónoma o “CABA”, que es el sector más rico y turístico donde viven 3 millones de personas y el “Conurbano” que es la periferia, mayoritariamente pobre, donde viven casi 12 millones.
Los contagios partieron en CABA y la cuarentena no evitó que se movieran al Conurbano como ha ocurrido en todas las aglomeraciones urbanas. El problema es que Argentina aplicó muy pocos test por habitante, así que nunca dimensionó la magnitud del problema, ni pudo hacer estudios de trazabilidad para evitar que el virus se propagara hacia los barrios más densos y pobres.
Un segundo factor que disparó la enfermedad, es la precaria situación social de la ciudad. Todos sabemos que el drama de Santiago es su segregación, pero en Buenos Aires este problema alcanza niveles críticos. Mientras CABA se parece a París, el Conurbano tiene cuatrocientos mil hogares en campamentos o “villas miseria”, un millón y medio de personas sin agua potable y casi ocho millones sin alcantarillado, que son condiciones sanitarias mínimas para controlar el virus.
Esta pobreza se agudizó en los 12 años que gobernaron los Kirchner, cuyo jefe de gabinete fue Alberto Fernández. En vez de invertir en colectores, cloacas o viviendas sociales, los “K” les dieron calefacción y fútbol gratis a las clases medias, subieron las jubilaciones gastándose los fondos de pensiones, y se hicieron ricos con negocios ilegales de obras públicas.
Ahora Buenos Aires enfrentará una pesadilla cuando Fernández decida levantar la cuarentena, ya que sus arcas fiscales están vacías luego de años de corrupción y políticas populistas que terminaron perjudicando a los más pobres. Una lección para aquellos que quieren traer el peronismo a Chile, y que son los mismos que vieron en la cuarentena argentina una bala de plata que nunca existió.
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