Lecciones de la mayor multa aplicada por uso de información privilegiada
Si bien la multa aplicada sobre el ahora ex gerente general de Cencosud tuvo una rápida condena por parte de las organizaciones empresariales, también quedaron expuestas fallas no menores en el gobierno corporativo de una de la mayores empresas chilenas.
La multa por uso de información privilegiada que aplicó la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) al ahora ex gerente general corporativo de Cencosud, Matías Videla, reveló las luces y sombras del funcionamiento de los mercados en la actualidad. Por una parte, hay que destacar la acción de la CMF y la comunidad empresarial en general, que tuvo una fuerte condena sobre el hecho en cuestión. Por otra parte, quedan más dudas que certezas sobre el actuar del propio directorio de Cencosud, el que al menos debe ser considerado como lento y desprolijo. Hay que entender que éste no es un caso menor, ya que estamos hablando de una de las mayores compañías del Chile y del ejecutivo de mayor rango de responsabilidad del país.
Fue el pasado 4 de octubre cuando el regulador del mercado financiero multó con 15 mil UF a Videla por adquirir acciones de Cencosud tres días después de que la compañía renovara un hecho esencial reservado -firmado por él mismo- sobre una negociación que la empresa tenía con una cadena de supermercados en Río de Janeiro, acuerdo que finalmente no prosperó. Se trató de 613 mil acciones por un monto de $800 millones. Para la CMF ello configuró un ejemplo básico de uso de información privilegiada y de ahí la multa.
Lo primero que llama la atención en este caso es la imprudencia del propio Videla, un ejecutivo que hasta ahora era considerado una suerte de estrella del mercado. Imprudencia pero no sólo por lo que hizo, sino también por su actitud posterior. Se demoró cerca de dos semanas en renunciar a su cargo, generándole un daño reputacional y financiero a la empresa.
En esto, también queda en entredicho la eficacia del directorio de Cencosud que siempre fue detrás de los acontecimientos. Primero, porque al parecer sus miembros no estaban enterados de la investigación de la CMF hasta el momento de la multa. Segundo, porque después señalaron que la cuestionada adquisición de acciones se daba en el marco de una negociación “sin relevancia para la compañía”, siendo que ellos mismos habían decidido enviar un hecho reservado al respecto. Después vino un período de silencio de cerca de nueve días, donde se informó que el directorio estaba sesionando repetidamente para analizar exhaustivamente los antecedentes.
Para rematar las cosas, cuando finalmente se conoció la renuncia de Videla -dos semanas después de conocida la multa-, cometen otro error inexplicable: anuncian que sus funciones serían asumidas en forma interina por la presidenta del directorio, Heike Paulmann, algo que le vale a la compañía un nuevo reproche de la CMF, porque el cargo de gerente general es incompatible con el de presidente del directorio, algo que todo directivo debería saber. En suma, Cencosud queda al debe en todos sus procesos de control y gobiernos corporativos, algo no menor para una compañía que opera en ocho países, tiene 122 mil empleados y cerca de 25 millones de clientes en la región.
Algo que también ha sorprendido es la apreciación de algunas agencias de calificación de riesgo frente a la multa. Fitch Ratings, por ejemplo, descartó adoptar “acciones crediticias” en contra de la compañía, por estimar que se trató de una mala conducta individual, pero separada de cualquier deterioro sistémico del gobierno corporativo.
Lo cierto es que al exterior de la empresa, la situación era totalmente distinta. La CMF, no dudando de la gravedad del asunto, sancionó a Matías Videla con la mayor multa que se ha aplicado por uso de información privilegiada, y que excede por mucho las utilidades que supuestamente se obtuvieron por la compra y venta de acciones. En eso el regulador se anota un punto en su credibilidad.
Las entidades empresariales, partiendo por la CPC, fueron muy claras desde el comienzo para condenar el hecho. Su presidente, Ricardo Mewes, dijo que el uso de información privilegiada era una conducta de máxima gravedad, que atenta contra la ética y los principios de integridad que deben regir la conducta empresarial y de los ejecutivos. Posteriormente, ante la lentitud de la compañía, la presidenta de Icare, Karen Thal, señaló que Videla debiera dar un paso al costado, al menos mientras dure la investigación. “Casos como éste simplemente no tienen que ocurrir nunca y creo que esta es una conducta grave que atenta contra la ética, contra la integridad y la ley”.
Hay muchas otras voces que se levantaron en estos días en contra del hecho, lo que es fundamental porque habla de un empresariado comprometido con las leyes, la ética y el buen funcionamiento de los mercados, desmintiendo la idea que trasmiten algunos de que se trata de una suerte de club donde unos se protegen a otros. Este caso ha sido emblemático en este sentido.
El actuar de las AFP también parece haber sido más activo en este caso, pues según ha trascendido en tanto accionistas de la empresa habrían manifestado su desacuerdo con la continuidad de Videla.
En suma, estamos frente a un hecho lamentable, pero donde las instituciones funcionaron, que es lo importante. Cencosud tendrá que revisar todos sus procesos internos y de gobierno corporativo, algo que sin duda es importante, porque se trata de una empresa chilena de gran trascendencia y prestigio no sólo en el país sino también internacionalmente.
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