Lecciones del 18-O
SEÑOR DIRECTOR:
Sin duda, los cinco años desde el 18 de octubre de 2019 son una oportunidad para reflexionar sobre sus causas, efectos y enseñanzas a futuro.
La primera reflexión es que en un ambiente de violencia y de una realidad “líquida”, parece no muy buena idea tomar decisiones que comprometan gravemente a nuestro país. Es verdad que la salida constitucional fue la que la política dio a la crisis, pero después de toda el agua corrida, es legítimo preguntarnos qué tan libres fuimos para llegar a esa decisión y si fue una buena idea desde el principio.
Una segunda consideración es que debemos valorar las elecciones y su importancia. Respetar el mandato que tiene quien ha sido electo, aunque no nos gusten sus ideas, es un mínimo democrático, que tiene por contrapartida que esa persona se ajuste a las reglas institucionales a las que está sujeto. En ese sentido, no es válido intentar lograr a través de manifestaciones y violencia aquello que las elecciones nos han negado.
Una tercera es que las declaraciones en política solo valen si tienen una correlación en acciones concretas. Por ejemplo, condenar la violencia y oponerse sistemáticamente al actuar de las fuerzas de orden y seguridad carece de sentido y es una forma oblicua de ser cómplice de la misma.
Por último, valorar el país que tenemos y matizar. Es verdad que en Chile hay problemas -algunos graves-, pero no somos ni por lejos un infierno en la tierra ni tampoco la Corea del Norte del “neoliberalismo”, como algunos nos quisieron hacer creer.
No hay recetas mágicas para el progreso; se requiere hacer las cosas bien, con instituciones sólidas y personas que pongan talento y trabajo a disposición de ese objetivo.
José Francisco Lagos
Director ejecutivo
Instituto Res Publica
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