Liceos emblemáticos: La falta de sanciones frente a la violencia
Si bien todos ellos tienen reglamentos claros al respecto, y han abierto 587 causas por faltas gravísimas este año, solo el 3,2% de los casos ha terminado con la sanción máxima. Así, no es extraño el clima que hoy están viviendo.
En el marco de lo que ha sido una constante durante este año, la violencia estudiantil registró esta semana un evento de suma gravedad, como fue el intento de incendio contra las dependencias de la rectoría del Internado Barros Arana (INBA), situación por la cual fueron detenidos cuatro estudiantes y un exalumno del mismo establecimiento. En el hecho, si bien nadie resultó herido, varias personas, entre ellos la rectora, tuvieron que ser asistidos por los efectos de la asfixia que generó el humo del incendio.
Como se ha escrito en estas mismas páginas, la violencia estudiantil de la que estamos siendo testigos tiene múltiples causas, entre ellas, la impunidad con la que terminan muchos de estos hechos. En este caso específico, gracias al pronto actuar de Carabineros se logró detener a los involucrados, quienes fueron posteriormente formalizados por incendio y daños en el liceo. Pero, sin duda, esta es una situación extrema, que por su naturaleza pasa a la justicia.
Lo concreto es que combatir la violencia estudiantil se juega en el día a día, tanto dentro de los establecimientos y también fuera de ellos, especialmente en las casas, donde los padres cumplen un rol fundamental. En el caso de los establecimientos educacionales existe una normativa muy clara que establece que las escuelas y liceos deben tener sus propios Reglamentos Internos de Convivencia Escolar (RICE), basados en las orientaciones del Ministerio de Educación y la Superintendencia de Educación, que operan como marco.
A modo de ejemplo, el Instituto Nacional tiene descritas 34 faltas gravísimas en su RICE, entre las que se cuentan agredir físicamente, impedir el flujo libre de personas al colegio, portar elementos que permitan ocultar la identidad (pasamontañas, overoles, etc.), o elaborar, instalar y portar elementos que permitan la elaboración de bombas. El tono de las faltas ya habla de la realidad que están viviendo establecimientos que hasta hace poco tiempo eran considerados la elite de la educación pública del país. Si hace un tiempo una falta gravísima era copiar, ahora lo es fabricar una bomba.
Pero como todo proceso disciplinario, sabemos que la efectividad de estos depende de que las normas se apliquen. Es decir, que las faltas sean sancionadas, especialmente las gravísimas. De lo contrario, lo establecido en los RICE, por duro que sea, queda en letra muerta. Pues bien, una investigación realizada por este medio sobre los procesos y resultados de las faltas gravísimas en los llamados liceos emblemáticos reveló que si bien los protocolos se activan recurrentemente, la menor parte termina en sanciones.
Los datos son lapidarios. En primer lugar, la escalada de violencia queda clara al constatar que los nueve liceos emblemáticos de Santiago han abierto un total de 587 procedimientos de faltas gravísimas. Son cifras inquietantes, ya que, comparativamente, durante el 2019, y con la aplicación de la ley Aula Segura, se abrieron 70 procesos.
Pero lo que más preocupa es que ese alto nivel de procesos termine con tan escasas sanciones. De los 587 que se abrieron, solo cinco terminaron en expulsión y otros 14 en cancelación de la matrícula para el año siguiente. Es decir, apenas el 3,2% de las faltas gravísimas que fueron denunciadas terminaron siendo objeto de las sanciones máximas. A modo de comparación, se puede decir que en 2019, de los 70 procesos que se abrieron, 13 estudiantes fueron expulsados y a otros nueve se les canceló la matrícula; esto es, el 31%, diez veces más que este año.
Si bien puede existir un debate acerca de las causas que explican la violencia estudiantil, nadie discute que el no aplicar las normas agrava el problema. Esto es bastante claro cuando se observa que los tres liceos que más causas han abierto -el Aplicación, INBA e Instituto Nacional- son los que más incidentes han tenido en el año. Sin embargo, sus sanciones son muy bajas, partiendo por el Liceo de Aplicación que, de sus 244 casos de faltas gravísimas, ninguno terminó con expulsión o cancelación de matrícula. Solo seis fueron objeto de algún tipo de sanción, los que culminaron con una condicionalidad.
Pues bien, aplicar con rigor las sanciones que los colegios mismos incluyeron dentro de sus reglamentos parece ser la primera medida que se debe tomar si lo que se busca es terminar con lo que está sucediendo en algunos de los que fueron los mejores colegios de Santiago.
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