Los desafíos que se abren para Chile Vamos
Como fuerza mayoritaria dentro de la oposición, ahora debe dar muestras de tener capacidad para forjar pactos electorales con otras colectividades.
Las recientes elecciones regionales y comunales han provocado un importante cambio de eje en la oposición, pues si en la última elección presidencial y en la elección de consejeros constitucionales era el Partido Republicano el que aparecía como la fuerza dominante, los resultados del fin de semana han vuelto a posicionar a Chile Vamos (CHV) como el núcleo más fuerte dentro del bloque opositor, tanto si se consideran alcaldes, gobernaciones y concejales.
A pesar de los números favorables para Chile Vamos, ello no debería llevarle a desatender una serie de señales que quedaron en evidencia en estos comicios, donde su correcta internalización podría ser determinante para el proceso electoral que vendrá el próximo año. Desde luego, ha sido evidente que la imposibilidad de forjar pactos electorales con republicanos así como con el Partido Social Cristiano (PSC) -que fue una de las sorpresas de estos comicios, al quedarse con la comuna de Concepción, y lograr elegir 24 concejales- impidió que en una serie de regiones la oposición ganara en primera vuelta -fue el caso de Arica, Maule o Valparaíso-, donde ahora deberá medirse con el oficialismo, sin que el triunfo esté asegurado. Ello cuestiona el predicamento de que la existencia de una segunda vuelta en el caso de gobernadores no hace tan relevante alcanzar pactos electorales. En materia de alcaldes la falta de unidad también jugó algunas malas pasadas, como fue el caso de Peñalolén, donde el peso que tuvo el candidato del PSC impidió que la oposición hiciera valer su mayoría de votos.
Aun cuando republicanos y el PSC tienen visiones que pueden resultar distantes con CHV, en materia electoral las fuerzas políticas deben ser capaces de superar ciertas diferencias y pactar acuerdos, porque de lo contrario es difícil que por sí solas logren triunfos amplios. CHV probablemente también debería evaluar una política de alianza con Demócratas y Amarillos, fuerzas que debutaron en estos comicios y lo hicieron en listas aparte, pese a ser parte de la oposición.
También es un hecho que el electorado de centroderecha ha dado en esta oportunidad muestras de no estar dispuesto a aceptar cualquier candidatura que los partidos respalden. Eso quedó claro en Las Condes, donde a pesar de que los tres partidos de CHV y Republicano confluyeron en Marcela Cubillos, finalmente fue derrotada por una candidata independiente. Pese a que Cubillos era una carta segura, la polémica en que se vio envuelta por su sueldo en la Universidad San Sebastián y la discutible forma en que manejó comunicacionalmente el caso previsiblemente generaron una reacción adversa en una parte del electorado de derecha, lo que envía la señal de que los votantes están dispuestos a actuar con mayores grados de autonomía frente a las candidaturas. Ello también fue evidente en el caso de La Araucanía, donde el gobernador que iba a la reelección tuvo un desempeño deslucido y ahora deberá ir a segunda vuelta, un previsible castigo toda vez que ha sido cuestionado en el marco de los líos de platas que afectaron a una serie de fundaciones, un factor que CHV claramente minimizó.
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