Los dos grandes desafíos que enfrenta el proceso constituyente

CONSEJO CONSTITUCIONAL
31/07/2023 CONSEJO CONSTITUCIONAL FOTO: MARIO TÉLLEZ / LA TERCERA

Más que de republicanos, ahora está en manos del pleno del Consejo Constitucional enmendar aquello que dificulta un acuerdo. Clave es también revertir la apatía ciudadana hacia el proceso.



Resultaba evidente que a la luz del tenor de las enmiendas que los consejeros de oposición introdujeron al anteproyecto elaborado por la Comisión Experta -donde el oficialismo ha hecho ver su desacuerdo con varias de ellas, incluso con voces denunciando abiertamente que se “pasó maquina”-, el clima en el cual tendría lugar la votación de las primeras normas en el pleno del Consejo Constitucional no sería el más auspicioso. La jornada que tuvo lugar el viernes puso efectivamente de relieve las fuertes diferencias que se han hecho evidentes entre ambos sectores, pero resultó del todo sorpresivo que en vez de producirse una votación en bloque por parte de Republicanos y Chile Vamos, como venía ocurriendo hasta ahora, la abstención de cuatro consejeros de la UDI, RN y Evópoli en el artículo 1 llevó a que éste no alcanzara el quórum requerido y fuese rechazado, dejando en pie la propuesta de los expertos.

Este hecho dista de ser anecdótico, considerando que los republicanos, en conjunto con Chile Vamos, habían logrado reformular dicho artículo para introducir el inciso “todo ser humano es persona”, como una forma de reforzar el derecho a la vida de los no nacidos. Esto, que sobre todo los republicanos veían como un gran triunfo, era sin embargo fuertemente resistido por la izquierda, ante la posibilidad de que tal redacción pudiera revertir la actual ley que despenaliza el aborto en tres causales.

Este “descuelgue”, si bien desató importantes fricciones entre republicanos y Chile Vamos, pues los primeros acusan que con este paso se ha resentido la confianza entre ambas fuerzas, tiene potenciales implicancias que no se deberían desatender, pues podría ser un primer indicio de que Chile Vamos ha empezado a jugar un rol más de bisagra dentro del Consejo, con lo cual la avasalladora mayoría con que hoy cuenta el conjunto de las fuerzas de derecha -y que le permite por sí misma aprobar cualquier norma, sin necesidad de contar con votos del oficialismo- deje de operar en bloque y ceda en ciertos contenidos como una forma de facilitar acuerdos con la izquierda. El hecho de que tras la votación de este viernes el oficialismo no hablara de que hubo “pasada de máquina” puede ser decidor en cuanto a la forma como fue recibido este gesto, pero solo las votaciones en los días que siguen permitirán confirmar si es que hay un giro.

No debe llamar a sorpresa que el Partido Republicano haya buscado establecer en las enmiendas su propio ideario, ni que la aprobación de un nuevo texto constitucional tampoco aparezca como su principal objetivo, pues en su campaña siempre fueron claros respecto de la distancia que les produce el proceso constituyente, como también la necesidad de corregir en profundidad el texto que estaban redactando los expertos. También cabe suponer que, dado que el texto que apruebe el Consejo luego será revisado por la Comisión Experta y se podrían introducir cambios, o que incluso así el texto termine igualmente siendo rechazado en el plebiscito de diciembre, hay incentivos para querer dejar desde ya bien plasmadas ante la ciudadanía sus propias propuestas.

Pese a lo legítimo de este proceder -ganado en las urnas-, es un hecho que en la práctica varias de las enmiendas que los republicanos han promovido no solo hacen muy improbable alcanzar un acuerdo con el oficialismo, sino que además en algunos casos riñen con la buena técnica constitucional, al introducir materias que son propias de ley y que por tanto deben ser resueltas en sede legislativa, como es el caso, por ejemplo, de eximir del pago de contribuciones a la primera vivienda, o extender casi sin límites la objeción de conciencia.

A la luz de lo anterior, parece improbable que, frente al objetivo de aprobar no solo una nueva Constitución, sino que además una técnicamente superior a la actual, sean los republicanos quienes logren dar con la fórmula para ello. Por lo mismo, cobra ahora especial relevancia el papel que vaya a jugar el Consejo, el cual tendrá la tarea de ir removiendo o atenuando en el texto aquellas cuestiones que dificultan un acuerdo o que son exógenas a una Constitución. Algo de eso parece haber empezado a ocurrir, cuando el pleno rechazó que la cueca o el rodeo fuesen incluidos en la Constitución, como pretendían los republicanos. Asimismo, el rol que posteriormente volverá a jugar la Comisión Experta -cuando haga sus observaciones al texto- podría favorecer que en una eventual comisión mixta se profundicen las negociaciones entre todos los sectores. Y si es que Chile Vamos efectivamente comienza a jugar un rol de bisagra dentro del Consejo, existe la chance de que ello fuerce a alcanzar acuerdos. Todo esto ilustra que todavía quedan varias etapas del proceso, y su resultado está abierto.

Con todo, resulta ingenuo creer que bastaría con el solo acuerdo de las fuerzas políticas para dar por sentado que habrá una nueva Constitución. El desinterés ciudadano en este proceso ha sido manifiesto, y la inclinación mayoritaria por ahora sigue siendo hacia el rechazo. Esta desafección es de hecho la variable más relevante que en este momento debería ser abordada por todas las fuerzas políticas, pues sin el concurso de la ciudadanía -y considerando que apenas restan tres meses para el plebiscito- incluso el mejor texto constitucional arriesga ser desechado. De ocurrir algo así, sería la pérdida de una enorme oportunidad para zanjar un debate constitucional que ya se prolonga por una década.

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