Luces y sombras del acuerdo Codelco-SQM
Si bien el acuerdo logra destrabar la producción de litio, al haberse optado por una negociación directa y no una licitación internacional quedan dudas de si con ello se logrará sacar el máximo potencial de esta riqueza. También hay riesgos de tener a Codelco como controlador.
El Presidente Gabriel Boric no dudó en anunciar su satisfacción por el acuerdo alcanzado entre Codelco y SQM para la explotación del litio en el Salar de Atacama el que, entre otras cosas, crea a partir del 2030 una nueva empresa donde la estatal tendrá el 50% más una acción de la propiedad.
Para el Mandatario éste era el punto fundamental: que el Estado tuviera la propiedad mayoritaria en cualquier empresa que explote el litio. Y así lo dejó claro en su discurso, señalando que hubo quienes alzaron la voz en cuanto a que lo mejor era dejar la producción del litio en manos privadas y que el Estado debía limitarse a recaudar impuestos, “pero mi convicción como Presidente es que Chile puede más que eso y que el modelo de desarrollo debe cambiar y debe modernizarse. Para ello necesitamos un Estado que no sólo recaude, sino que participe en todo el esfuerzo de exploración y producción”, insistió.
Si bien esta visión del Presidente es conocida, no deja de ser curioso que la entienda como una concepción moderna del desarrollo, toda vez que no tiene precedentes en la industria mundial del litio y no está de acuerdo a lo que el mundo entiende como moderno, donde el Estado ha ido dejando progresivamente su participación directa en la economía -que siempre es ineficiente- y concentrando su actuar en mejorar la recaudación y las políticas públicas. Por eso, lo que el Presidente aplaude y califica como un acuerdo histórico para los chilenos, puede también terminar siendo un gran dolor de cabeza para el desarrollo de un mineral que hoy se ve como clave para Chile.
Primero, porque no sabemos si es el mejor acuerdo. Lo correcto habría sido convocar una negociación internacional para la explotación del litio a partir del 2030. Sólo en ese escenario de competencia entre diversas empresas postulantes, chilenas y extranjeras, con distintos proyectos y tecnologías, hubiera podido conocerse el verdadero potencial que tiene para el país la explotación del litio en el Salar de Atacama. Pese a ello, el gobierno optó por una negociación directa con SQM, algo bastante inédito y que hubiera sido impensable para cualquier otro sector político, sin mover a escándalo o suspicacia, por la poca transparencia que ello significa. Lo concreto es que ahora es imposible saber si el acuerdo alcanzado es mejor que otro, dado que no existe un punto de comparación.
Segundo, porque la nueva empresa que se forma a partir del 2030 deja en manos de Codelco la mayoría de la propiedad y gestión, algo que no deja de ser inquietante mirando la compleja situación que vive la minera estatal, con caídas importantes de producción y empeoramiento de su calificación de riesgo producto de su sobreendeudamiento. Esto último tiene su origen en un aspecto que puede ser determinante para la futura empresa del litio: la forma como el Estado se ha dedicado históricamente a capturar los excedentes del Codelco dejando nulo espacio para la inversión propia, lo que la ha obligado, en palabras del propio presidente de la empresa, Máximo Pacheco, a sobreexponerse en el mercado de deuda. Si ello es así también para los excedentes del litio entonces nada bueno se puede predecir.
Estas dos situaciones, negociación directa y gestión de Codelco, tienen directa relación con la idea del Presidente Boric de hacer que el Estado participe de la propiedad de las empresas del litio. Primero, porque, según se ha sabido, la idea de hacer una licitación en parte se descartó porque algunas empresas internacionales rechazaron la idea de tener como socio mayoritario al Estado chileno. Segundo, porque hacerlo vía Codelco era más fácil, ya que no tiene que pasar por el Parlamento como sí era la idea original de formar una Empresa Nacional del Litio.
Ahora bien, teniendo en cuenta las restricciones anteriores, da la impresión de que el acuerdo alcanzado está dentro de lo mejor que se podía lograr, sobre todo porque logra destrabar un tema fundamental: el aumento de cuotas de producción. Esto se hacía urgente porque Chile está muy atrasado y ya perdió la posición de liderazgo que tuvo hace algunos años.
En suma, esto se pudo hacer mucho mejor, al menos en forma más transparente, y nos deja frente a una situación que pone dudas respecto del potencial desarrollo del litio en el país.
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