Mujeres y pandemia
El mundo ha cambiado y la evidencia muestra cómo los atributos llamados “femeninos” marcan lo que conocemos como la era “digital”: colaborativas, enfocadas al proceso, horizontales, dispuestas a escuchar, corregir y aprender, menos transacción y más estrategia para propósitos comunes.
Las conversaciones públicas que conocemos por estos días invariablemente están relacionadas a las medidas que las autoridades están tomando por la pandemia, los efectos que tienen sobre nuestras vidas, y también sobre nuestras muertes.
No es un detalle menor. Nos sentimos asustados, aislados, desinformados y sin horizonte a la vista. La tendencia ha sido creer más a las redes sociales que a la autoridad sanitaria, y ese es un problema mayor, un problema derivado del tipo de liderazgo que se ejerce.
Es en tiempos de sombras cuando los liderazgos brillan y perduran o arden unos segundos y se apagan. ¿Qué tipo de líderes nos pueden conducir mejor en una crisis de esta envergadura, que es global, desconocida y que impacta sin distinciones? Hace unos años la respuesta invariable habría sido la imagen de un hombre con atributos que se perciben como masculinos: autoridad, don de mando, verticalidad, competitividad, infalibilidad, decidiendo en solitario -basado en sus capacidades únicas- el destino de la patria. Por suerte para ellos (y para nosotras) el mundo ha cambiado y la evidencia muestra cómo los atributos llamados “femeninos” marcan lo que conocemos como la era “digital”: colaborativas, enfocadas al proceso, horizontales, dispuestas a escuchar, corregir y aprender, menos transacción y más estrategia para propósitos comunes.
Un artículo de Forbes.com describe cómo han actuado las mujeres lideres en sus países con respecto a la pandemia. De Merkel, en Alemania, destacan su honestidad para comunicar desde el inicio la gravedad de los hechos y la posibilidad de que el 70% de todos y todas nos contagiemos. No se le ocurrió compararse con los vecinos europeos y decir que tomaba más exámenes que nadie, o contar como recuperados a los muertos.
Las mujeres que dirigen Taiwán y Nueva Zelanda, Tsai Ingwen y Jacinda Ardern, respectivamente, diseñaron respuestas rápidas frente a las primeras evidencias aislando, cerrando fronteras, protegiendo vidas. En Islandia, la primera ministra Katrín Jakobsdóttir, ha puesto como bandera de lucha contra la pandemia hacer el examen gratuitamente a su población, detectando a quienes son portadores del virus y andan por ahí contagiando a 10 ó 30 personas por cada día sin saberlo. ¿Y aquí? Los líderes han decretado que el examen vale hasta 25 mil pesos y aún no es masiva la toma de muestras en la atención primaria de salud. De hecho, son muchísimas las historias de personas que han rogado, exagerado los síntomas, mentido para que les tomen el examen. La muerte de la mujer más joven en Chile así lo confirma: lo pidió varias veces y nunca se lo hicieron.
Se necesitan liderazgos que piensen en todos y todas, que no estén enfocados en destacar en solitario. Poner humanidad en las medidas que se propongan, consuela. No se trata de hacerlo para ser felicitados porque fueron los mejores, sino enfrentar esta pesadilla pensando solidariamente como país. No llegar lejos, sino llegar juntos.
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