Nada es para siempre



“El factor ‘qué-harán-con-la-plata’ siempre tiene que ser evaluado junto con el factor ‘lo-que-tenemos-hoy’. Si un CEO hace bien su trabajo, la reinversión suma al valor actual de la compañía, si lo hace mal, resta. La diferencia en el resultado final puede ser enorme”, decía Warren Buffett en alguna de sus cartas a los accionistas de Berkshire Hathaway.

Para que el proceso de reinversión ocurra de la manera que todos queremos (sume valor a lo que tenemos hoy), los tomadores de decisión deben tener cierta tranquilidad que el retorno incremental de lo invertido será atractivo: cada peso no distribuido hoy debe poder transformarse en más de un peso a ser distribuido mañana.

Adicionalmente, deben evaluar el costo de oportunidad de hacer aquello: el peso “dentro de la empresa” debiera rentar más que en manos de los accionistas siendo invertido en otro lado.

A modo general diría que las empresas chilenas se están preparando para utilidades futuras inciertas o a la baja en los próximos años producto de una economía débil, mayores costos financieros, mayores regulaciones y, sobre todo, mayores impuestos. Todo, en un marco de incertidumbre política, o certidumbre de malas políticas si prefiere.

En un escenario como éste, la mayoría de los accionistas preferirán recibir dividendos a que ellos sean reinvertidos por la misma empresa. Los directores, por su parte, cumpliendo con su deber fiduciario, deberán proponer a sus respectivas juntas modificar al alza sus políticas de dividendos.

Los primeros casos ya los estamos viendo con CMPC, que en vez de distribuir el 30% de sus utilidades anunció que distribuirá el 100%. O Telefónica, que va a distribuir más de un tercio de su patrimonio contra utilidades no realizadas (2021) y acumuladas también. Venta de activos (la misma Telefónica) y las recompras de acciones que también estamos viendo son cosas que van en la misma línea.

Por mi parte, y con un alto nivel de confianza, diría que este proceso de “descapitalización en la medida de lo posible” está solo comenzando.

Si hasta aquí no ve problema con lo anterior, se lo cuento. El crecimiento de las utilidades de una empresa no puede ser otra cosa que el retorno que la empresa le puede sacar a su patrimonio multiplicado por el porcentaje de utilidades reinvertidas (no distribuidas). De esta manera, el crecimiento esperado para cualquier empresa estaría entre cero (la que distribuye todo) y la rentabilidad sobre patrimonio (la que reinvierte todo).

Que las empresas chilenas no reinviertan es una mala señal para sus accionistas, porque el primer factor que mencionaba Buffett sería cero, valiendo la empresa no más que ‘lo-que-tenemos-hoy’. La señal es igual de mala para el país, al final del día el PIB no es más que la suma de los valores agregados que crea una economía, y las utilidades no son más que pedacitos de ese gran valor agregado.

A propósito, hace unos años Piketty documentó la versión macro de esta identidad micro: el crecimiento histórico que ha tenido la economía (“renta de los trabajadores”) ha sido menor que el retorno sobre los activos (“renta de los capitalistas”), aumentando la desigualdad.

Con mi cerebro micro diría que su famoso “g<r” no es más que la constatación que no todo el producto se puede reinvertir, una gran parte se gasta, desaparece.

Como no quiero arruinarle el fin de semana a usted, señor y señora inversionista, haciéndole creer que no hay futuro en Chile, voy a terminar con una reciente conversación entre Charlie y Warren:

Charlie: Todos los primeros negocios que tuvimos han desaparecido.

Warren: No desaparecieron. Fracasaron.

Charlie: Sí, fracasaron, pero sacamos tanto de ellos antes que fracasaran que aun así funcionaron perfecto para nosotros.

Mi conclusión: si son dividendos lo que va a recibir, recíbalos con alegría, ya que nada es para siempre.

El autor es Ingeniero Civil PUC y MBA The Wharton School (@tomcasanegra).