No se queje
La Convención Constituyente (CC) es consecuencia del estallido social de 2019, y este último se puede explicar por varios factores, entre los cuales cabe destacar un ambiente que probablemente para unos, que se autoclasificaban como de clase media, percibía como inseguro y preocupante, en oposición a otros que entonces lo comprendía como tranquilo y esperanzador.
Los últimos basaban y siguen basando sus percepciones y esperanzas en la institucionalidad que se fue forjando desde 1974 y que transformó a Chile, entonces un país mediocre, en el indiscutible líder económico-social de la región. Sí, había desigualdad de ingresos, pero simultáneamente una alta movilidad social, y el país se estaba encaminado decididamente al desarrollo.
Los primeros, en cambio, temían y siguen temiendo -no necesariamente en forma justificada- que las instituciones existentes no los protegen y no les dan las oportunidades que merecen. Les temen a enfermedades catastróficas o a las bajas pensiones. No reconocen que para ellos mismos el sistema fue instrumental en su salida de la pobreza y temen volver a ella.
Una parte de esta clase media chilena -aquella que no se abstuvo de votar- es la que en el plebiscito constitucional apoyó mayoritariamente el Apruebo y luego, en una mucho menor proporción, a los candidatos de la Lista del Pueblo y de la izquierda radical. Son éstos los que favorecen una ruptura institucional, en vez de un proceso de reformas al modelo que respete los principios del sistema existente.
Pues bien, a pesar de que el Chile de hoy, tal como el ambiente internacional, no son aquellos de 1970, la composición fragmentada de la misma CC dificulta predecir siquiera la línea gruesa de los resultados del actual proceso constitucional. Es más, el hecho que un candidato presidencial apoyado por el Partido Comunista esté entre los dos o tres con mayores posibilidades de ser electo, aumenta la incertidumbre. Y la guinda de la torta la puso la instauración de la CC y sus primeros pasos, que algunos han calificado incluso como un verdadero circo.
En este ambiente, los resultados de las próximas elecciones serán de crucial importancia por el impacto que van a tener, entre otras cosas, sobre el trabajo de la CC. En particular, si el próximo 18 de julio los partidarios de una reformada democracia representativa y de una economía libre, en que el Estado realiza las intervenciones que sean necesarias para alcanzar el bien común, superan largamente los votos de aquellos que prefieren la extrema izquierda, se habrá dado un paso importante en el camino hacia el desarrollo y la continuada existencia de una sociedad libre. Si Ud. lector, nuevamente se abstiene de votar, no se queje -como lo ha hecho en el pasado reciente- si el desenlace del sufragio resulta ser el contrario.
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