Nuevo incidente diplomático con Argentina
Los desafortunados dichos del Presidente trasandino sobre la política interna de nuestro país desvían del objetivo de profundizar los vínculos y cooperación entre ambos países.
Las desafortunadas declaraciones que emitió el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, en relación a la política doméstica chilena -instando a la oposición a “zanjar sus diferencias para poder recuperar el poder en favor de los chilenos”- crearon una nueva e innecesaria fricción entre ambos países, motivando una nota de molestia de la Cancillería chilena, haciendo ver su extrañeza por estos dichos.
Aun cuando es evidente que ambos países tienen coaliciones gobernantes de distinta orientación política, los dichos del Mandatario trasandino cruzaron las fronteras de lo prudente, al manifestar que “deberíamos unirnos para que nunca más gobiernen los que gobiernan contra la gente”. Si bien estas declaraciones fueron pronunciadas en el marco de una conferencia del Grupo de Puebla -el cual reúne a una serie de personalidades de la izquierda latinoamericana y de España para promover los ideales progresistas en la región-, de su tenor se podría desprender la pretensión de desconocer la legitimidad de un gobierno que fue electo por la voluntad popular, lo que no podría pasar inadvertido. Con ello se quiebra una regla fundamental, que es no interferir en asuntos internos de otros países plenamente democráticos, y respetar los procesos que los propios electores han resuelto.
Fernández ya había emitido declaraciones poco afortunadas en relación con nuestro país, al presentar a Argentina con un mejor desempeño respecto de Brasil y Chile en el combate a la pandemia -lo que fue contravenido por La Moneda, y motivó también un encuentro entre autoridades para zanjar este desencuentro-, o cuando reprochó que en el contexto de la crisis social no se alzara la voz por el hecho de que “Piñera metió presas a 2.500 personas” -intentando hacer una comparación fuera de lugar por las quejas internacionales que sí ha recibido el gobierno de Nicolás Maduro por su práctica de detenciones arbitrarias-, lo cual también motivó fuertes reacciones en el ámbito político.
Ambos mandatarios pudieron sostener ayer una distendida conversación telefónica, en que dieron por superado este nuevo incidente y comprometieron reimpulsar una extensa agenda bilateral. Dentro de dichos temas, se encuentra la integración energética e interconexión fronteriza, coincidiendo además en la necesidad de trabajar en una agenda conjunta para combatir la pandemia de coronavirus. Este es naturalmente el camino por el que ambos países deben transitar, evitando rencillas que no tienen ningún propósito, mucho menos en la actual crisis que el Covid-19 ha provocado a ambos lados de la frontera, y que debería ser la preocupación central.
El Presidente Fernández debe ahora dar muestras de su genuina preocupación por fortalecer las relaciones con Chile, lo que no solo pasa por cuidar el lenguaje con que se tratan asuntos de especial delicadeza, sino también por evitar que las consideraciones ideológicas pudieran terminar prevaleciendo respecto de los intereses de largo plazo que unen a ambos países, que por su especial posición geográfica están llamados a una cooperación plena.
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