Pandora Papers: la oportunidad
"Los Pandora Papers han mostrado también la complejidad de la organización empresarial vía trusts y estructuras piramidales. Estas últimas dificultan la fiscalización y pueden aumentar exponencialmente el poder de personas que ya tienen cuotas enormes de ello"
“Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”, decía Michel de Montaigne. A menudo se sufre no tanto por la realidad, sino por cómo esta se analiza. Algo parecido ocurre cuando se destapan delitos o abusos de poder. Una situación así se presenta ahora relacionada con los Pandora Papers: casi 12 millones de documentos sobre activos en paraísos fiscales que hicieron noticia mundial. El caso no tiene precedentes por la magnitud de la información que se filtró. Y también es sin precedente la oportunidad de poner un paréntesis a reacciones como “eso es legal” o “usted no entiende”, y cambiarlas por debates constructivos que impulsen mejoras concretas en nuestra regulación. Si el caso se recuerda como malo o bueno, depende de cómo se reaccione ahora.
Varias de las estructuras detectadas se basan en flujos financieros ilegales, mientras que otras son completamente legales. En algunos casos, los accionistas son emprendedores que crearon holdings a petición de inversionistas internacionales. En otros casos -quizás una mayoría-, los principales actores son miembros familiares en su calidad de beneficiarios de trusts. Aun cuando esos fideicomisos familiares sean legales, ya ha llegado el momento de revisar qué implican para la sociedad por facilitar la conservación de activos a lo largo de generaciones, como si se tratara de títulos de la nobleza que se preservan ad eternum. No son pocos casos: en 2016, UBS y PWC estimaron que la creación excepcional de riqueza de los últimos veinte años será acompañada también por un traspaso excepcional de riqueza. En el ámbito internacional, solo unas 500 personas traspasarían antes del 2036 más de US$ 2 billones a la próxima generación -casi el equivalente al PIB de India en el mismo 2016. Otro análisis de PWC en 2020 mostró que pospandemia, acelerar acciones de traspaso de riqueza se ha vuelto prioritario para sus clientes más acomodados. “Esta es realmente una sociedad familiar y no una sociedad individual”, decía el premio Nobel Milton Friedman, y estaba en lo cierto.
Los Pandora Papers han mostrado también la complejidad de la organización empresarial vía trusts y estructuras piramidales. Estas últimas dificultan la fiscalización y pueden aumentar exponencialmente el poder de personas que ya tienen cuotas enormes de ello. De esa manera, las estructuras piramidales no solo presentan riesgos sistémicos para la economía, sino para la democracia misma. Ya en 1938, Franklin Roosevelt destacó que “la libertad de una democracia no es segura si la sociedad tolera el crecimiento del poder privado hasta un punto en el que se vuelve más fuerte que su propio estado democrático”. Fue Roosevelt también quien logró impulsar reformas concretas acerca de la organización piramidal de grupos empresariales, como parte de sus políticas del New Deal.
¿Qué hacer ahora, post Pandora Papers? Aun cuando es imposible evitar territorios “offshore”, cada país deberá establecer regulaciones que dificultan la gestión de activos de sus contribuyentes en países que carecen de estándares adecuados. Un primer paso sería que cada país registre y monitoree los trusts de sus contribuyentes. Como segundo paso se podrían desincentivar esas operaciones que se realizan en países que no cooperan tributariamente, según la definición de la OCDE. Hay dos desafíos aquí para Chile: en primer lugar, nuestro propio país no cumple una parte importante del estándar establecido por el Foro Global de la OCDE: tener un registro de beneficiarios finales de empresas. En 2020, fueron gestiones del gobierno que prácticamente congelaron los avances ya realizados. A ello se suma la reforma tributaria impulsada por el Presidente Piñera: en ese mismo año había dejado debilitado justo los requisitos de entrega de información de los trusts. Aun cuando pagan impuestos, hoy, sus declaraciones sobre patrimonio y beneficiarios ya no arriesgan penas de presidio en caso de ser incompletas o falsas, sino solo leves sanciones pecuniarias. Además, la obligación de entregar información ya no forma parte de una ley, sino quedó a criterio del SII.
Frente a los conflictos descubiertos por los Pandora Papers, una reacción positiva sería hacerse cargo de esa situación e impulsar proactivamente lo pendiente: un New Deal en materia probidad y anticoncentración económica, junto con una estrategia para apoyar el crecimiento de emprendedores innovadores. Múltiples ejemplos internacionales pueden inspirar esas reformas, también en temas sensibles como la regulación de trusts y de su régimen de herencia, la reducción de estructuras piramidales, la creación de registros de beneficiarios finales o la regulación de conflictos de interés de grupos económicos. No habrá explicación racional y pragmática de no querer emprender este camino que beneficiaría a la sociedad en su conjunto. Con más cooperación, todos en la sociedad ganan -incluso los más individualistas-, decía ya Charles Darwin.
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