Plan de Reactivación Educativa

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Aunque tardío, atendida la magnitud de la deserción escolar y pérdidas de aprendizajes, el plan anunciado por el gobierno es un paso positivo para hacer frente a esta tragedia educacional, pero sigue abierta la interrogante sobre los fondos para financiar esta iniciativa.



El gobierno dio a conocer los principales ejes del Plan de Reactivación Educativa 2023, cuyos énfasis estarán en la asistencia y revinculación de los estudiantes excluidos del sistema, el fortalecimiento de aprendizajes y condiciones para la enseñanza, a lo que se agrega la convivencia y salud mental. Se anunció asimismo la creación de un Consejo que estará compuesto por 23 personalidades provenientes del ámbito municipal, académico, político, organismos internacionales y gremial, el cual tendrá por objetivo abordar el desafío de la reactivación educativa, proporcionando recomendaciones al Ministerio de Educación mediante un informe que será entregado durante el primer semestre.

Se trata de una medida largamente aguardada, considerando que tras la pandemia se vieron fuertemente agudizadas la deserción escolar, así como la significativa pérdida de aprendizajes producto del extenso tiempo que los colegios permanecieron cerrados a raíz de las cuarentenas. No hay duda de que la combinación de estos factores ha provocado un verdadero terremoto educacional, donde hay plena coincidencia de que el daño en los procesos formativos así como de socialización de los alumnos en muchos casos puede que haya provocado daños que serán muy difíciles de revertir. En tal sentido, el plan que se acaba de anunciar, sin perjuicio de sus evidentes méritos, es tardío -la falta de acción del Ministerio de Educación para haber abordado mucho antes estas materias ha sido una crítica ampliamente compartida-, por lo que ahora se estará trabajando contra el tiempo.

Es ilustrativo que el propio Presidente de la República, el mismo día que se dio a conocer el plan, haya hecho una autocrítica por el largo tiempo en que las escuelas permanecieron cerradas. Dado que en el Consejo hay algunos integrantes que en su momento también buscaron frenar el regreso a clases -fue el caso del presidente del Colegio de Profesores, así como del presidente de la Comisión de Educación de la Cámara Baja-, cabe esperar que el diagnóstico del Mandatario sea suficientemente compartido y que también existan esos procesos de autocrítica, lo cual daría una buena señal en cuanto a la plena unidad de propósitos.

Los ejes del plan parecen bien orientados, en particular porque también se considera la dimensión relativa a la salud mental del alumnado, un aspecto no siempre relevado pero que sin duda es otra de las graves consecuencias derivadas del trastorno educacional que ha significado la pandemia. La convocación de más de 20 mil tutores, así como la identificación de 100 comunas prioritarias para recibir distintos tipos de asistencia son aspectos positivos, que dan cuenta de una buena focalización.

Probablemente el flanco que abre más interrogantes es si estarán disponibles los recursos para poder estar a la altura del desafío. El Ministerio de Educación había señalado el año pasado que en la partida presupuestaria para 2023 se considerarían $250 mil millones destinados a la revinculación, pero diversas voces han alertado que dichos fondos no constituyen recursos frescos, sino más bien reasignaciones. Es fundamental que este aspecto se despeje bien, porque el país ya registra dos años escolares en la práctica perdidos y no hay margen para que algo así vuelva a suceder en 2023.

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