Positivo giro de Brasil y Colombia

Venezuela's President Maduro registers as a candidate in the upcoming presidential election, in Caracas
Venezuela's President Nicolas Maduro speaks to supporters on the day he registered as candidate in the upcoming presidential election to secure another six-year term, in Caracas, Venezuela March 25, 2024. REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria

Es de esperar que la condena de ambos países -cercanos, hasta ahora, a Venezuela- al bloqueo del régimen a la candidatura opositora, marque un punto de inflexión en su postura frente a Caracas.



La fallida inscripción de la candidata opositora Corina Yoris, designada por María Corina Machado para reemplazarla en la papeleta para las elecciones presidenciales de julio próximo en Venezuela, luego de que las autoridades de ese país no levantaran la inhabilitación en su contra, desató una ola de críticas a nivel mundial. Estados Unidos expresó su “profunda preocupación” por lo sucedido y la Unión Europea calificó de “irregular y opaco” todo el proceso electoral iniciado en ese país. Sin embargo, fueron las reacciones de Brasil y Colombia las que llamaron especialmente la atención.

Ambos países habían mantenido hasta ahora una posición condescendiente con el régimen. Incluso el Presidente brasileño había hablado en mayo del año pasado, durante una cumbre en Brasilia, que en torno a Maduro se había “construido una narrativa sobre autoritarismo y antidemocracia”, dichos que entonces fueron oportunamente rebatidos por el Presidente Gabriel Boric.

Sin embargo, tras la evidente alteración por parte del régimen del proceso de inscripción de las candidaturas electorales, ambos gobiernos reaccionaron con dureza. La cancillería colombiana expresó su “preocupación” por “las dificultades que enfrentaron sectores mayoritarios de la oposición” para inscribir sus candidaturas y abogó por “un proceso electoral libre, competitivo y justo”. Mientras, el Presidente brasileño calificó el hecho de “grave”, asegurando que “no tiene explicación jurídica ni política prohibir a un adversario ser candidato”. Tanto Colombia como Brasil fueron promotores de los Acuerdos de Barbados que el año pasado fijaron las condiciones para un proceso electoral libre y que diera garantías a todas las partes, las que fueron violadas abiertamente por el régimen, no solo al impedir la inscripción de la candidata opositora, sino también al fijar unilateralmente la fecha de los comicios, la que debía ser acordada de común acuerdo.

Es de esperar que las duras condenas de ambos países marquen efectivamente un giro en la posición que han tenido frente a la dictadura venezolana. Lo sucedido ha dejado claro que la intención del régimen no es garantizar unas elecciones realmente libres y justas, sino como ha sido en el pasado, impulsar una farsa electoral cuyo resultado es conocido de antemano. Los hechos dejan claro que lo que sucede en Venezuela no son falsas “narrativas” sobre autoritarismo y antidemocracia creadas por la oposición, como sugirió el mandatario brasileño, sino una realidad incuestionable. El régimen no solo ha cooptado todos los espacios de poder en el país, sino que además sigue avanzando en la aprobación de normas que ayudan a profundizar la represión contra los opositores, como la ley contra el fascismo, que se debate en la Asamblea, y que no es otra cosa que un instrumento más para silenciar a la disidencia.

Hasta ahora las actitudes condescendientes de algunos gobiernos regionales habían favorecido que el régimen pudiera seguir extendiendo su permanencia en el poder. Es de espera que con el giro mostrado por Brasil y Colombia se logre consolidar finalmente un frente común en la región, que refuerce la presión contra la dictadura y permita concretar una salida. De no hacerlo, no solo los venezolanos, sino toda la región, seguirán sufriendo sus consecuencias, como ha quedado claro en los últimos años.