Preocupante clima de inestabilidad en Bolivia

Demonstrators block roads amid rising political tensions, in Parotani
REUTERS/Claudia Morales TPX IMAGES OF THE DAY

El país está sumido en una abierta lucha política entre el actual mandatario y el expresidente Evo Morales, lo que viene a agravar la ya severa crisis económica que atraviesa el país.



La crisis política en Bolivia parece estar lejos de ceder, tras más de 20 días de bloqueos de carreteras motivados por el enfrentamiento entre el expresidente Evo Morales y el actual mandatario y exheredero del líder cocalero, Luis Arce. El choque se agravó el domingo de la semana pasada luego de un confuso incidente en la región cocalera del Chapare, bastión de Morales, en el que éste denunció haber sido objeto de un intento de atentado orquestado por el gobierno. Las autoridades, por su parte, acusaron al exmandatario de ser el responsable de lo sucedido, luego que su comitiva no se detuviera ante un control policial antidrogas y disparara contra los agentes. El cuadro sigue complicándose luego de que Morales se declarara en huelga de hambre y partidarios del exmandatario tomaran por la fuerza algunas unidades militares.

Pero el hecho fue solo un capítulo más de una crisis en la que se cruzan factores políticos, judiciales y económicos. El expresidente enfrenta una investigación por estupro y trata de personas, referida a una relación que mantuvo con una menor de edad mientras estaba en el poder. Tras no presentarse a declarar a mediados de octubre, la Fiscalía emitió una orden de captura en su contra, lo que intensificó las movilizaciones de sus partidarios. Incluso, Morales advirtió que si era detenido se produciría un levantamiento en el país. Declaraciones que llevaron al gobierno a acusarlo de querer subvertir el orden democrático y advertir que en caso necesario usaría todas sus facultades constitucionales para contener la crisis.

El choque entre Morales y Arce responde a las aspiraciones del primero de postular el próximo año a la Presidencia de la República, pese a estar impedido de hacerlo luego de que el Tribunal Constitucional anulara la reelección indefinida en el país y estableciera que los presidentes solo pueden ejercer dos veces el cargo, ya sea en forma continua o discontinua. Evo Morales, quien ya se presentó tres veces a la reelección, acusa al gobierno de quien fuera por años su ministro de Economía de llevar a cabo una persecución política en su contra e insiste no solo en su derecho a ser candidato, sino también en liderar el MAS, el partido oficialista que se encuentra actualmente dividido entre los seguidores de Morales y Arce.

El escenario de tensión política, sin embargo, se agrava por la severa crisis económica, ahondada por los bloqueos de rutas, que según las autoridades han generado pérdidas por US$ 1.700 millones. Alguna vez considerado un verdadero milagro económico en la región, Bolivia sufre las consecuencias de un modelo que se basó exclusivamente en aprovechar las ganancias de la industria de hidrocarburos, nacionalizada en 2006, sin crear las condiciones para atraer nuevas inversiones. Así, con la principal fuente de riqueza agotada por falta de desarrollo y un sistema de subsidios aún en pie, el país se encuentra virtualmente sin reservas y con una severa escasez de dólares.

A poco más de 10 meses de las elecciones presidenciales, lo anterior se convierte en un cóctel peligroso que podría acrecentar los enfrentamientos sociales, la división política, el estancamiento y sumir al país en un clima de caos, que tendría no solo graves costos para sus habitantes, sino también eventuales efectos regionales.