Presiones de los “partidos chicos”
Es relevante que en el proceso constituyente se conserve la norma preliminarmente propuesta que busca establecer un umbral del 5% para que los partidos puedan tener representación parlamentaria, pues ello es fundamental para asegurar una mejor gobernabilidad.
Uno de los aspectos que claramente representa un avance en el actual proceso constituyente es la batería de normas que se han presentado con el fin de hacer frente a la fragmentación que presenta nuestro sistema de partidos políticos, lo que torna cada vez más difícil la gobernabilidad. En tal sentido, una de las normas más relevantes que se ha propuesto es aquella que establece que solo los partidos políticos que alcancen al menos un cinco por ciento de los votos válidamente emitidos, a nivel nacional, en la elección de los miembros de la Cámara de Diputados tendrán derecho a participar en la atribución de escaños en cada rama del Congreso Nacional.
La norma, propuesta por la subcomisión de Sistema Político, fue aprobada en general por el pleno de la Comisión Experta, y aun cuando el artículo ha sido objeto de una serie de indicaciones tanto por comisionados del oficialismo y oposición, el límite propuesto sigue en pie. Tal umbral ha sido objeto de reconocimiento por parte de diversas voces de la academia, porque precisamente se trata de una barrera que existe en diversas democracias desarrolladas, y que justamente propende a la formación de grandes partidos políticos, evitando así la atomización.
Pero a pesar de este extendido consenso, han sido los partidos “chicos” -algo irónico pues varios de estos antaño fueron colectividades estructurantes de la política chilena, como la Democracia Cristiana, o el Partido Radical- los que han empezado a hacer ver su preocupación y disconformidad con dicha norma, enviando señales a la Comisión Experta para que cuando menos dichas limitaciones se flexibilicen; incluso algunos estarían presionando al Ejecutivo para que interceda. Aun cuando los partidos están en su derecho de hacer ver sus observaciones al proceso, cabe no perder de vista que se trata de incumbentes en la materia, y que en todos estos años no ha sido posible una reforma estructural de nuestro sistema político, por las reticencias que genera la pérdida de espacios de poder.
Sin perjuicio de que la propuesta de la Comisión puede ser objeto de perfeccionamientos, el límite del 5% debe mantenerse como regla general, pues lejos de ser “antidemocrático”, prueba ser un buen depurador. Esto se prueba al hacer el ejercicio de aplicar dicha regla a los resultados de las últimas elecciones parlamentarias, que tuvieron lugar en 2021. Conforme con ello, las únicas colectividades que sacaron más de un 5% a nivel nacional fueron RN, el PDG, la UDI, el Partido Republicano, el PC y el PS. Y si el ejercicio se replicara con los resultados de la última elección de consejeros, nueve partidos no tendrían derecho a tener escaños dentro del Congreso, donde se cuentan colectividades tan emblemáticas como Evópoli, RD, la DC y el PPD.
A fines de abril, conforme con los datos del Servel, existían 18 partidos constituidos -dos de los cuales cuentan con menos de dos mil afiliados-, en tanto que existían 14 partidos en formación. Claramente la normativa sobre partidos políticos así como las actuales normas electorales han estimulado una proliferación inorgánica de colectividades, que antes que estar representando grandes corrientes de opinión, más bien parecen ser los proyectos personales de ciertos caudillos.
Los partidos que hoy tienen representación parlamentaria han hecho una contribución decisiva para permitir que se encauce un nuevo proceso constituyente, pero las colectividades deben aceptar que el sistema político requiere cambios urgentes que no pueden dilatarse más.
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