Propuestas para cambio de regla fiscal
Es erróneo pretender cambiar la actual regla ante su reiterado incumplimiento, pues ello la aleja de su objetivo fundamental, que es encaminar el gasto por una senda sustentable.
Se está esbozando la idea de alguna reformulación de la regla fiscal que sirvió, por casi dos décadas, de referencia consensuada para la política fiscal del país. Lo esencial de la regla es la definición de objetivos para un “Balance Cíclicamente Ajustado” (BCA) del Gobierno Central, que limita el endeudamiento como lo haría una regla sobre déficit efectivo, pero al mismo tiempo evita agravar el ciclo económico, contrayendo el gasto cuando la economía, el precio del cobre o el precio del molibdeno, se desaceleran transitoriamente. Inicialmente la regla consideró un BCA positivo, de 1% del PIB, que luego cambió al objetivo de un BCA equilibrado.
Una buena regla fiscal, que debe asegurar la solvencia fiscal y hacer predecible la evolución del gasto público, debe contemplar también la posibilidad de emergencias fuera del rango de las fluctuaciones cíclicas normales, como es la situación actual debido a la pandemia. Esta posibilidad de eximirse transitoriamente de la regla, más que una nueva regla sería un perfeccionamiento de la actual. De hecho, la comisión formalmente encargada de revisar la regla fiscal, una década atrás, puso énfasis en la importancia de definir “cláusulas de escape”, que expliciten criterios y mecanismos para definir cuánto gastar en circunstancias especiales y las vías para restablecer una condición fiscal deseable.
Distinta es la noción de que el reiterado incumplimiento de la actual regla debería llevar a una más realista, que acomode la actual tendencia a un gasto en exceso de lo consistente con el objetivo para el BCA. El objetivo de la regla es, precisamente, encaminar el gasto fiscal por una senda sostenible, tal que, la sola constatación de incumplimiento debería llevar a corregir la conducta fiscal para asegurar la sostenibilidad y predictibilidad fiscal que se consideran bienes económicos imprescindibles.
La actual pandemia, agregada a otros gastos fiscales que recientemente se han exacerbado, está llevando a que en los próximos dos años el país tenga que liquidar activos fiscales por montos en torno a 5% del PIB, y aumentar la deuda pública en otro 15% del PIB. Es muy importante para el país asegurar que emergencias como la actual no puedan desestabilizar por completo las finanzas públicas del país. Si ello puede evitarse en esta oportunidad será porque el país, a pesar de recientes desviaciones severas, se atuvo a una regla fiscal prudente por muchos años. Que aun habiendo seguido una regla para asegurar la prudencia en el gasto se esté dando la frustración de no poder gastar aún más en las actuales circunstancias, que son muy apremiantes, es evidencia en favor de una regla estricta, que asegure la capacidad de enfrentar eventos catastróficos.
Se está elaborado en estos días un marco de política que contemple cuánto gastar, en qué gastar y cómo retornar a una situación fiscal sostenible tras la pandemia. Traducir esta experiencia en una guía sistemática para enfrentar, desde la regla fiscal, situaciones excepcionales, sería un mejoramiento a la regla actual.
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