Recuperación verde post pandemia

Jerónimo Correa

Las economías más importantes del mundo ya han anunciado políticas y medidas para desarrollar actividades a corto plazo que van en esa dirección, al tiempo que abordan objetivos ambientales y de reducción de carbono con un enfoque a más largo plazo.



La pandemia generada por el covid-19 y el cambio climático tienen mucho en común: no conocen de fronteras geográficas. Ambas afectan a todo el mundo, de manera más dramática a las personas de menores ingresos, y provocan un impacto negativo en la economía global al desencadenar numerosos shocks.

Por esta razón, una de las grandes necesidades tras la pandemia será impulsar la economía hacia un modelo más sostenible mediante estímulos verdes. Las economías más importantes del mundo ya han anunciado políticas y medidas para desarrollar actividades a corto plazo que van en esa dirección, al tiempo que abordan objetivos ambientales y de reducción de carbono con un enfoque a más largo plazo.

En enero, la Comisión Europea anunció el Plan Europeo de Inversiones “Green Deal” para convertir a la Unión Europea en carbono neutral para 2050, lo que implica un plan de financiamiento de cerca de 1 billón de euros en inversiones sostenibles durante la próxima década.

En tanto, el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, propuso durante su campaña un plan de recuperación verde para lograr que Estados Unidos sea carbono neutral también para el año 2050, para lo cual definió una inversión federal inicial de 1,7 billones de dólares para vehículos limpios, energía limpia y eficiencia energética, así como incentivos fiscales para las energías renovables y la eficiencia energética. Incluso, hace solo unas semanas, el presidente de China proclamó también su propósito de convertir al país en carbono neutral antes de 2060.

Mientras, en el plano local, Chile adelantó el proyecto de descarbonizar la matriz de energía eléctrica -que ya va bastante avanzado- para el 2024, y lograr ser carbono neutral en 2050. Aprovechando la disponibilidad de ERNC, cuyo crecimiento e inversiones están principalmente en solar y eólico, el Ministerio de Energía presentó la estrategia de hidrógeno verde, con la que proyectan ser líderes en la producción y exportación de este elemento en 2030, con una capacidad de 25GW.

La transición energética a la que apuntan estos gobiernos significa electrificar el mundo de nuevo generando más energía y más limpia; a la vez tiene el potencial de crear empleos y reducir las emisiones de carbono a largo plazo. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía estima que las inversiones acumuladas en generación de energías renovables alcanzarán los US$12,8 billones entre 2018 y 2040.

Con todo este panorama, desde el punto de vista de inversión vemos al sector solar, eólico y de hidrógeno como industrias clave de este proceso, ya que proporcionan la energía necesaria para satisfacer la demanda. En el caso de la energía solar, esperamos que la capacidad instalada en el mundo aumente en más de 60% hasta superar los 300GW entre 2025 y 2030.

Otro aspecto clave es la adopción de una economía circular, ya que es poco probable que las medidas de transición y eficiencia energética aborden todas las emisiones contaminantes. Una investigación de la Fundación Ellen MacArthur sugiere que casi la mitad de las emisiones restantes generadas por la producción de cemento, aluminio, plástico y comida pueden ser eliminadas con una estrategia de economía circular.

Si bien la pandemia ha generado una desaceleración en la actividad de reciclaje y en la prohibición de plásticos de un solo uso, en los últimos años diversos países han desarrollado políticas de impuestos a este material como una forma de reducir su consumo.

La participación de los gobiernos en los proyectos de financiamiento verde brindará oportunidades para nuevas industrias y empresas, abriendo otras vías para el crecimiento, el desarrollo de economías más resistentes a futuras crisis y, cómo no, para las oportunidades de inversión.