Reducción de presupuesto a liceos bicentenario
Sería lamentable que la explicación para esta merma de fondos públicos fuese un intento por restarle importancia a este programa o, peor aún, descontinuarlo, considerando su alta aceptación entre las familias.
A comienzos de este mes, se conoció el proyecto de presupuesto 2023 presentado por el gobierno que, entre otras cosas, trajo una desfavorable noticia para los 320 liceos bicentenario que se encuentran en funcionamiento, en la medida que contiene una reducción de 33% en los recursos destinados a ellos. Específicamente, éstos caerán desde $7.709 millones el presente año hasta $5.167 millones en 2023.
Estos recursos tienen como propósito contribuir con un plan de fortalecimiento educativo de los establecimientos que forman parte de este programa, así como con las mejoras necesarias en su infraestructura y mobiliario. Y, a cambio de ellos, éstos suscriben un convenio con el Ministerio de Educación que los compromete con las mejoras necesarias para cumplir con una serie de estándares de calidad. Es así como hasta la fecha la experiencia de los liceos bicentenario les ha permitido posicionarse como alternativas de excelencia para las familias chilenas, recuperando una cultura y valores que en el resto del sistema educativo parecían haber ido perdiendo importancia, como es el mérito académico, la responsabilidad y el esfuerzo, el compromiso con la exigencia o el respeto por la autoridad, por mencionar algunos.
Del mismo modo, estos liceos han logrado una alta aceptación en el país, la que se puede evidenciar a través de dos elementos. El primero tiene que ver con el interés que el programa liceos bicentenario registró en los procesos de convocatoria a nuevos establecimientos, el que se constata en las cifras del último proceso del año 2020, donde se presentaron 400 establecimientos para un total de 120 cupos. Así también, los resultados del sistema de admisión escolar dan cuenta de una alta preferencia de las familias por estos liceos, que obtienen del orden de 3,5 más postulaciones como primera preferencia que el resto de los establecimientos del país.
Es por todas estas razones que sorprende la decisión del gobierno de reducir los recursos para este programa. Sería lamentable que la explicación para ello fuese un intento por restarle importancia o, peor aún, por descontinuarlo. Lo cierto es que hay antecedentes para sospechar de aquello: en lo que va del presente año el gobierno tan solo ha ejecutado un 2,3% de los recursos para el fortalecimiento y un 20,7% de las transferencias de capital destinadas a la infraestructura de estos liceos.
Con todo, es de esperar que durante la discusión del presupuesto 2023 el Ministerio de Educación pueda aclarar estas inquietudes. En un contexto de estancamiento como el que viene registrando el sistema escolar -lo que se ha amplificado desde el inicio de la pandemia- el buen desempeño y la alta aceptación que este programa exhibe desde que comenzó debiera ser un motivo suficiente para convertirlo en política de Estado, es decir, que independiente de qué gobierno lo haya impulsado inicialmente, merece que los siguientes le sigan dando continuidad e incluso potenciando.
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