Resiliencia y colaboración: cómo el arte y la cultura sobreviven a la pandemia
Hace un año, los patios del GAM se cubrían de mesones con libros. Impulsada por Editores de Chile, la Lluvia del Libro animó el inicio del invierno con las novedades y las ofertas de más de 60 sellos, la mitad de ellos socios de la organización. Hoy, en medio de una pandemia sin precedentes que forzó el cierre de librerías y la suspensión de actividades, los editores independientes diseñaron una feria digital: BookDay, un fin de semana de ventas online en la que participan 30 sellos.
Desde hoy y hasta el domingo, BookDay aproximará los libros a los lectores con descuentos que alcanzan hasta el 40 %. Y canalizará los esfuerzos de los editores indies por reactivar una industria que ha visto una dramática disminución de sus ventas, que en algunos casos bordea el 80%.
Según Francisca Jiménez, presidenta de Editores de Chile, “esta será la primera de muchas instancias que buscan apoyar tanto a nuestro gremio como a todo el ecosistema del libro”.
Con ingenio, asociatividad y el uso de las tecnologías, los editores están enfrentando esta crisis de proporciones inéditas. Ante el cierre de las librerías, muchos de ellos adoptaron sistemas de ventas online, trasladaron parte de su catálogo al formato ebook, utilizan las redes sociales como medios de difusión y organizan actividades vía Facebook o Instagram. En ocasiones, un live de Instagram puede reunir a dos mil personas, una audiencia impensable para un lanzamiento o una conferencia presencial.
Por estos días, la feria de arte Ch.ACO desarrolla su primera versión digital. Del mismo modo, las artes escénicas encontraron en el universo virtual una vía de expresión. Plataformas como Teatro a Mil y Escenix ofrecen obras recientes en streaming, mientras compañías como Cow Company, el GAM y otras salas incursionan en la producción teatral o en lecturas a través de Zoom.
Del Teatro Municipal a CorpArtes, el Teatro del Lago y el Ceac de la Universidad de Chile, los principales centros de música clásica ofrecen conciertos, ópera y ballet en modo online, así como conversaciones y talleres. Incluso, un espacio como el Ceac y su elenco de artistas empujaron una campaña virtual de recaudación de fondos para intérpretes en dificultades económicas.
Pero más allá de los grandes espacios, que pueden descansar en sus partidas presupuestarias, la pandemia reveló la fragilidad de nuestro medio cultural. De acuerdo con un estudio del Ministerio de las Culturas, el 85 % de los artistas y trabajadores del sector lo hace en forma independiente. Como disciplinas colectivas, las artes escénicas y audiovisuales involucran no solo a los intérpretes, sino a un conjunto de profesionales detrás de ellos, desde escenógrafos a vestuaristas. Ante el cierre de salas y centros culturales y la suspensión de producciones, muchos se encuentran en una situación decididamente vulnerable.
Desde el Ministerio de las Culturas se elaboró un plan de contingencia, que consistió en la redirección de recursos por unos $ 15 mil millones. A tres meses del inicio de la crisis en el país, esos fondos aún no son entregados.
“En tiempos tan inestables e inciertos como este, necesitamos mirar aquello que nos une -aquello que nos muestra un mundo en pleno movimiento- y por ello necesitamos a los artistas”, decía la directora de Unesco, Audrey Azouley, en abril, en el lanzamiento de Resiliart, un ciclo de conversaciones en torno a los artistas y la pandemia.
Eventualmente, en estos meses las artes han demostrado su enorme relevancia: parafraseando a Nicanor Parra, la cultura es un bien “de primera necesidad”. Con espíritu de resiliencia, colaboración y vocación innovadora, los artistas están atravesando esta crisis apoyándose unos a otros. Pero necesitan ayuda. Ahora mismo, durante la emergencia y después de ella: en la pospandemia el retorno será lento y probablemente esté delineado por restricciones sanitarias.
Y más allá incluso, este es el momento también para reflexionar en torno al rol de la cultura en nuestra sociedad y pensar en políticas de largo plazo, que puedan aportar seguridad, dignidad y estabilidad mínimas a las artes. Ese universo de obras y artistas que nos acompaña en estos días tristes, que nos hace reír, soñar o emocionarnos, y que hoy parece enfrentarse a su hora más difícil.