Retiro de estímulos
A diferencia de otros indicadores económicos, la evolución de los precios la sienten todas las personas en su vida cotidiana. El alza en los precios de los combustibles, en los alimentos y en los servicios -por nombrar los más obvios- es una realidad palpable que resiente las expectativas de los consumidores.
El alza de decidida de la tasa de política monetaria (TPM) que efectuó el Banco Central la semana pasada -que llevó a la tasa de referencia a 5,5% su nivel más alto desde 2009- refleja bien que la inflación se ha vuelto un problema serio. Esta preocupación queda graficada en la velocidad del retiro del estímulo monetario, con un alza en la TPM de 500 puntos en 6 meses, el movimiento más agresivo al menos desde 2001, año en que se nominalizó la política monetaria.
A diferencia de otros indicadores económicos, la evolución de los precios la sienten todas las personas en su vida cotidiana. El alza en los precios de los combustibles, en los alimentos y en los servicios -por nombrar los más obvios- es una realidad palpable que resiente las expectativas de los consumidores. Todos perciben el incremento de 7,2% del IPC en diciembre pasado.
Hay variables externas presionando los precios locales. La cotización del petróleo brent coquetea con los US$90 el barril, su mayor nivel desde fines de 2014. Por su parte, el índice de precios de los alimentos de la FAO registró en diciembre de 2021 un alza de 23% en relación a diciembre de 2020, impulsado por alzas en los aceites vegetales (+36%), el azúcar (+33,6%) y los cereales (+20,7%).
Sin embargo, tal como lo reconoce el último Informe de Política Monetaria, la principal causa de la mayor alza de los precios han sido factores de índole local. La inyección de liquidez sin precedentes que recibió el mercado local -con los sucesivos retiros de los fondos previsionales y los bonos fiscales-, exacerbó el gasto interno a niveles históricos. La actividad del comercio registró un crecimiento inédito en 2021 de 20,7%, con algunas líneas de comercio minorista literalmente volando: vestuario y calzado (+56,3% anual en 2021), automóviles nuevos (+59%) y productos electrónicos, para el equipamiento del hogar y tecnológicos (+32,6%).
Lo que más preocupa es un eventual desanclaje de las expectativas privadas en materia inflacionaria. Salvo hacia fines de 2008, las estimaciones de inflación a 23 meses de los analistas consultados en la Encuesta de Expectativas Económicas se han mantenido constantes en torno a 3%. En diciembre de 2021, se elevaron hasta 3,7%.
Es urgente que el resto de las autoridades económicas colabore con el rol que está ejerciendo el Banco Central en retirar los estímulos para evitar que la inflación se desborde y se vuelva incontrolable. La experiencia histórica propia y la realidad que viven otras economías vecinas deben ser elementos suficientes para evitar episodios inflacionarios prolongados, porque sus negativos efectos lo pagan con más fuerza las familias de menores ingresos.