Robo de madera y violencia en Arauco
Si bien el estado de excepción en la zona se ha naturalizado como una medida permanente, ello no debe hacer perder de vista que las causas que motivaron su dictación siguen latentes.
Hace unos días se cumplieron dos años de vigencia ininterrumpida del estado de excepción constitucional de emergencia en La Araucanía y dos provincias del Biobío. Si bien en su oportunidad la medida que dictó el Presidente Gabriel Boric fue objeto de revuelo -el gobierno había desechado esa medida apenas asumió por razones puramente ideológicas, y tuvo que reinstalarla producto del aumento de la violencia en la zona- hoy ya es una política totalmente normalizada, lo que hace perder de vista su carácter excepcional.
El vil asesinato de tres carabineros en la zona de Cañete -cuyos cuerpos fueron además calcinados- fue un trágico recordatorio de por qué el despliegue de militares en virtud del estado de excepción sigue siendo necesario de mantener. Fue la constatación más evidente de que en dicha zona continúan operando grupos de extrema peligrosidad dispuestos a todo, donde una de las líneas de investigación sugiere que, atendido el modus operandi, podría tratarse de grupos ligados al crimen organizado.
Una investigación publicada por este medio entregó antecedentes adicionales que permiten dimensionar la forma de operar de grupos dedicados al robo de la madera, en este caso en la zona de Arauco, donde quedó a la vista que se trata de verdaderas mafias con un alto nivel de organización, las que además de disponer de alto poder de fuego, han instalado toda una logística para concretar el robo y asegurar el traslado de la mercadería, contando con “soldados” a cargo de protección y toda una red de apoyo.
Particularmente preocupante es que estos grupos también hayan logrado corromper a algunos policías, que les facilitaban información estratégica para evadir los controles, confirmando que una vez que estos grupos se enquistan son capaces de infiltrar las instituciones y de esa forma extender peligrosamente los tentáculos de la corrupción.
El robo de la madera ha sido una de las principales actividades ilícitas que se ha desarrollado en esta zona. Hay sólidas razones para pensar que esta actividad ha sido también la principal fuente para nutrir de financiamiento a organizaciones que han sembrado el terror en la Macrozona Sur, amparándose en fachadas de reivindicaciones territoriales o luchas en favor de los pueblos indígenas.
Si bien el delito de robo de madera ha experimentado una disminución en el último tiempo, entre otras razones por una nueva ley que sanciona específicamente este delito, los recientes asesinatos de los carabineros, los grupos armados que cada tanto siguen amedrentando a la población civil o a faenas forestales -algo que ya muy pocos discuten que se trata de terrorismo-, y los peligrosos entramados de corrupción son elocuentes en cuanto a los graves riesgos que siguen presentes en estos territorios. El estado de excepción ha sido sin duda una medida fundamental, pero el hecho de que se haya convertido en algo rutinario no debe hacer perder de vista que las causas que le dieron origen siguen latentes.