Sanciones por indisciplinas parlamentarias
Es acertado que la mesa de la Cámara de Diputados busque introducir mayores sanciones en el caso de aquellos parlamentarios que incurran en faltas graves o comportamientos inadecuados, pues ello va en beneficio del trabajo de la propia Corporación.
El presidente de la Cámara de Diputadas y Diputados, Vlado Mirosevic, ha presentado a consideración de la Corporación una propuesta de cambio de reglamento interno, mediante la cual se busca elevar las sanciones en el caso de aquellos diputados que incurran en faltas al orden o presenten problemas de comportamiento.
Entre las modificaciones propuestas, figura el hecho de que se pueda recurrir al auxilio de la fuerza pública dentro del hemiciclo en casos de situaciones violentas; asimismo, se considerará como una falta grave que un diputado se desplace al pupitre de otro con el fin de recriminarlo, en tanto que también se considerará como una falta la colocación de carteles ofensivos. Otro de los aspectos que ha llamado la atención son las altas multas a las que se arriesgan los legisladores que incurran en faltas graves, que pueden llegar a comprometer hasta el 100% de la dieta en la medida que se le sancione con la privación del uso de la palabra hasta por un mes. La mesa de la Cámara también se encuentra trabajando sobre una propuesta que sancione con parte de la dieta a los diputados que presenten atrasos reiterados.
Las nuevas medidas han encontrado fuerte resistencia entre parlamentarios de distintas bancadas, llegando al punto de amenazar a la mesa con una posible censura. Algunos han hecho ver que los atrasos muchas veces se deben a compromisos propios del trabajo parlamentario, y no a la desidia o negligencias. También se ha representado la desproporción de algunas de las sanciones propuestas, haciendo ver la inconstitucionalidad que podría implicar la privación del total de la dieta o negar el uso de la palabra por tiempos tan prolongados.
Probablemente algunas de las medidas reglamentarias propuestas requerirán un examen más detallado -en ese sentido es fundamental asegurar que las sanciones disciplinarias no se utilizarán para silenciar voces que resulten incómodas-, pero de lo que no cabe duda es que el propósito de estas medidas disciplinarias en general está bien orientado y en tal sentido sería una mala señal que la Sala desestimara por completo su consideración, pues dichas medidas apuntan precisamente a mejorar el trabajo parlamentario y a corregir una serie de prácticas que no por el hecho de que se hayan naturalizado dejan de ser profundamente dañinas y afectan negativamente la imagen de la Corporación.
La ciudadanía ciertamente no tolera la ligereza con que algunos parlamentarios desempeñan su labor, lo que en ciertos casos se traduce en prolongadas e injustificadas ausencias del trabajo de comisiones o de Sala -hace algún tiempo fue necesario dictar nuevos instructivos ante la predilección de algunos por privilegiar la presencia en matinales-, o de intervenciones destempladas u ofensivas, que enervan el ambiente. Conductas así solo crean situaciones de privilegios injustificados ante la ciudadanía, y no cabe duda de que frente a los episodios de violencia o malos tratos, que en el último tiempo han tendido a multiplicarse, se requiere de sanciones ejemplarizadoras.
Los diputados deben ser mucho más conscientes acerca de lo impropio de este tipo de conductas, y deberían ser capaces de ir un paso más allá, apelando a su propia autodisciplina y conciencia de lo que implica la labor del Congreso, alejándose de la política-espectáculo.
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