Señales preocupantes en empleo y crecimiento
La contracción con que habría terminado la economía chilena en 2023, y el aumento del empleo público y por cuenta propia, obligan a abordar los aspectos estructurales que llevan a este insatisfactorio desempeño.
Hace algunas semanas el Presidente de la República llamó a los que denominó “agoreros de la catástrofe” a reconocer que estaban equivocados, debido a datos macroeconómicos que anticipaban que la economía chilena evitaría la contracción en 2023. El propio ministro de Hacienda dijo “está prácticamente asegurado que vamos a cerrar el año 2023 con una cifra positiva”.
Los datos del Imacec de diciembre fueron inesperados. En el último mes del año la actividad local anotó una caída interanual de 1%, lo que implica un cuarto trimestre con una exigua expansión de solo 0,2% -de acuerdo a los datos preliminares del Imacec-, por debajo del desempeño del tercer trimestre (+0,6%). De confirmarse esta cifra, la economía chilena habría anotado una contracción de 0,2%, contradiciendo las expectativas oficiales.
El mercado laboral ha mostrado señales en la misma dirección. En el trimestre octubre-diciembre la tasa de desocupación llegó al 8,5%, un aumento de 0,6 puntos porcentuales en relación a igual periodo de 2022, acumulando 14 alzas anuales consecutivas. Al usar la serie desestacionalizada, el desempleo se ha mantenido en torno al 9% en los últimos 5 meses.
El empleo ha ido recuperando terreno perdido y en el trimestre octubre-diciembre anotó un alza anual de 2,9%, el mejor desempeño en 10 meses, lo que equivale a una creación neta de 258 mil empleos en un año. No obstante, de esos nuevos puestos de trabajo 110 mil fueron empleos por cuenta propia y 81 mil asalariados del sector público, los que combinados representan a casi tres de cada cuatro empleos creados en un año. La tasa de informalidad laboral llegó a 27,5% en el último trimestre, su mayor nivel en 14 meses, por un fuerte salto de mujeres con empleos informales (29,2%). En total, unos 2,5 millones de trabajadores se desempeñan en el ámbito informal en Chile, de acuerdo a los datos del INE.
A nivel sectorial, se aprecia una recuperación del empleo en el sector comercio (+69 mil nuevos empleos en un año) e industrial (+36 mil). En contraste, el sector de la construcción (-51 mil) y actividades inmobiliarias (-18 mil) registraron caídas anuales.
Los datos al cierre de 2023 están lejos de ser positivos. Sin embargo, más que concentrarse en las razones coyunturales por las cuales no pudimos evitar la caída, es útil focalizar los esfuerzos en revertir aspectos estructurales que desde hace una década mantienen a Chile con crecimientos paupérrimos. Un esquema tributario poco competitivo, trabas burocráticas para el avance de proyectos de inversión, baja certeza jurídica, costos laborales crecientes -la mayoría de los proyectos de ley recientes han presionado aún más en esta dirección-, rezagos en la inversión en infraestructura y conectividad, entre otros, se han transformado en un verdadero lastre para retomar niveles de expansión acelerados.
Las actuales autoridades deben ser conscientes de que los esfuerzos para volver a poner al país en la senda del desarrollo van más allá de la retórica. Los datos de empleo y crecimiento con que cerró el año pasado señalan nítidamente cuáles deberían ser las prioridades en materia económica para 2024.
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