Tendencias en materia de homicidios

Carabineros - homicidio
Tendencias en materia de homicidios. (Imagen referencial / Aton)

Aun cuando al cierre del primer semestre se produjo una disminución importante en el número de asesinatos, la cantidad de homicidios sigue estando entre las más altas de nuestra historia, lo que es señal de que el flagelo está lejos de haber sido controlado.



El Informe Nacional de Víctimas de Homicidios Consumados -que entrega datos unificados del Ministerio Público, organismos policiales y otras entidades del Estado- señala que al cierre del primer semestre se registró un total de 579 homicidios consumados, lo que representa una baja de 9,4% respecto de igual período de año anterior. Las cifras representan una señal algo más esperanzadora respecto de las tendencias que venían observándose en el último tiempo, donde los asesinatos habían escalado de una manera alarmante. Ello se refleja en que si en 2016 el país registraba una tasa de homicidios de 4,2 por cada 100 mil habitantes, el 2022 dicha tasa había llegado a 6,7. El año pasado se produjo una disminución a 6,3, de modo que con los datos disponibles hasta el momento -y de mantenerse las tendencias-, 2024 podría ser un año en que estos números se estabilicen o disminuyan respecto del año anterior.

La baja porcentual que se ha producido este primer semestre en materia de homicidios consumados es estadísticamente relevante, lo cual desde luego es una señal positiva para el país. En ello es posible que estén incidiendo los diversos planes que ha desplegado el gobierno para contener el delito, aunque una conclusión más definitiva podrá obtenerse con series de tiempo más amplias. Con todo, es un hecho que la población en general no percibe que la situación delictual y de violencia haya mermado; muy por el contrario, las mediciones de opinión pública siguen mostrando que la delincuencia continúa siendo el principal problema que la ciudadanía identifica, donde los niveles de temor han escalado hasta sus niveles máximos.

Esto no necesariamente es una contradicción, sino que es reflejo de lo que las personas perciben en su diario vivir. Los homicidios han disminuido a nivel nacional, pero en algunas zonas la baja ha sido menos notoria y en otras las cifras siguen estando largamente por sobre los promedios. También es un hecho que el alto nivel de ensañamiento que por lo general se observa en los asesinatos despierta mucha inquietud -a diario la ciudadanía es testigo de homicidios en plena vía pública, generalmente con armas de fuego y que denotan prácticas propias de los ajustes de cuentas-, y es un hecho particularmente preocupante observar que cada tanto se producen oleadas de asesinatos, tal como ocurrió en julio, donde en apenas cuatro días murieron acribilladas 15 personas, o en agosto, con ocho muertos en tres días. Especialmente inquietante resulta el hecho de que las víctimas menores de edad también hayan experimentado un preocupante aumento. Del total de asesinados en 2023, el 5% -un total de 66- correspondió a menores de edad.

Todos estos antecedentes confirman que a pesar de los avances que se observan en el último tiempo, el flagelo de los homicidios sigue siendo un asunto de la máxima preocupación, que está lejos de haber sido controlado, y que comparado con nuestra propia realidad, la cantidad de homicidios sigue estando dentro de las más altas de nuestra historia, lo que justifica la preocupación ciudadana y la necesidad de reforzar los planes para el combate al delito, especialmente si se toma en cuenta que detrás del fenómeno en buena medida está la expansión del crimen organizado y su afán de control territorial.

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