Tráfico de droga: nuestras fronteras amenazadas
La sofisticada logística mediante la cual carteles extranjeros ingresan droga al país ya sea por vía marítima o terrestre pone de manifiesto la amenaza que representa el crimen organizado y la necesidad de aumentar las capacidades para combatirlo.
Una investigación periodística de este medio dio cuenta de la forma en que peligrosos carteles, sobre todo mexicanos y colombianos, asedian tanto por mar como por tierra nuestras fronteras para el ingreso de sustancias ilícitas, sobre todo marihuana procesada. Ello no hace más que confirmar que el país se ha convertido en un atractivo centro de operaciones para este tipo de delitos, tanto porque se trata de un destino con altos niveles de consumo, como por la posibilidad de ser utilizado como centro de distribución hacia otros continentes.
Para el caso de la ruta terrestre, la investigación muestra que el altiplano de la Región de Tarapacá es una de las zonas más utilizadas por los narcotraficantes, lo mismo que la Región de Antofagasta, la cual presenta el mayor número de dosis decomisadas -particularmente de marihuana creepy-, con más de 110 mil kilos, conforme los registros de los últimos siete años. Combatir este tipo de operaciones resulta de especial complejidad, pues datos recogidos por la Fiscalía Nacional indican que existen a lo menos 36 “rutas oficiales” para el ingreso de droga desde Perú, Bolivia y Argentina; no solo eso, la cadena logística también se torna de difícil identificación, pues es habitual que la venta entre los consumidores, la distribución y el transporte de la droga sean realizados por grupos diferentes, sin perjuicio de que exista una coordinación superior.
A través de estas entregas periodísticas también se ha podido detectar que sobre todo a raíz de la pandemia y el cierre de fronteras se produjo un fuerte aumento de la producción doméstica de marihuana procesada, la que suele ubicarse en zonas de muy difícil acceso y vigiladas por “soldados”. Esto se refleja en los cuantiosos decomisos que ha llevado a cabo la policía en conjunto con las fiscalías, siendo manifiesto el explosivo aumento que se ha producido entre el año pasado y el actual. Si entre abril de 2021 y el mismo mes de 2022 el decomiso alcanzó 1,9 millones de gramos, este año la cifra se ha disparado sobre los 5 millones, lo que abre un nuevo flanco para las autoridades.
Para el caso marítimo, la investigación revela envíos desde puertos colombianos y mexicanos hacia Chile, donde también es posible apreciar complejas logísticas, que tienen lugar en alta mar, o bien a través de la intervención de contenedores que salen de puertos chilenos y que son cargados con drogas en puertos extranjeros intermedios. Una operación llevada a cabo en 2019, en la cual se logró la captura de un navío con bandera colombiana, permitió el decomiso de 4,2 toneladas de marihuana creepy, lo que da cuenta de la dimensión del fenómeno.
Estos antecedentes ilustran una realidad que sin perjuicio de que viene gestándose desde hace años, alcanza dimensiones que ya no es posible soslayar, y explican por qué el crimen organizado representa hoy una amenaza de primer orden para la seguridad nacional. Recientemente se ha dado un paso muy relevante en esa dirección, como la ley que moderniza los delitos que sancionan la delincuencia organizada y establece técnicas especiales para su investigación, en tanto que la decisión política de atacar el crimen organizado en todos los frentes -considerando la crisis de inseguridad que vive el país- es una señal favorable. Con todo, algo que dejó a la vista esta investigación es que a pesar de los notables esfuerzos de las policías -también de la Armada- para investigar y neutralizar a estos grupos, el contingente destinado a estos fines sigue siendo demasiado escaso considerando la vastedad de nuestra frontera terrestre y marítima.
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