Tragedia del INBA aún sin responsables
La explosión que dejó a decenas de alumnos gravemente heridos no puede pasar a un segundo plano, siendo imprescindible que todas las responsabilidades del caso sean despejadas con prontitud y se apliquen sanciones ejemplificadoras.
Se ha cumplido poco más de un mes desde la explosión de artefactos incendiarios en un baño del Internado Nacional Barros Arana (INBA), un hecho que dejó a más de una treintena de estudiantes gravemente quemados, algunos en riesgo vital. Se trata ciertamente de un hecho sin precedentes, tanto por el número de lesionados como por la enorme cantidad de combustible y otros elementos que pudieron ser almacenados al interior del establecimiento, presumiblemente para la fabricación de bombas tipo molotov.
Pese a la magnitud de la tragedia, hasta la fecha no hay responsables por lo sucedido y es poco lo que se sabe respecto de las circunstancias en que se produjeron los hechos. En el plano judicial se han presentado dos querellas -una del Ministerio del Interior y otra de la Municipalidad de Santiago-, en tanto que la investigación de la Fiscalía de momento ha producido como resultado que la rectora del establecimiento figure en calidad de imputada, pero no es mucho más lo que ha avanzado dicho proceso.
Pese a la gran conmoción que produjo inicialmente, es un hecho que esta tragedia ha ido perdiendo rápidamente protagonismo, sin mayor resonancia en la Municipalidad de Santiago, como tampoco en el gobierno ni en otras instancias políticas. Sin perjuicio de las investigaciones que se han abierto en el plano judicial y probablemente también en el plano administrativo, lo cierto es que lo que ha ocurrido en el INBA no puede pasar a un segundo plano, siendo imprescindible que todas las responsabilidades del caso sean despejadas con prontitud y se apliquen sanciones ejemplificadoras como una forma de enviar una señal clara de que la violencia no puede ser consentida.
La tragedia del INBA ha marcado definitivamente un punto de inflexión, siendo el resultado inevitable de un largo historial de hechos de violencia al interior del establecimiento, algo que también se ha repetido en varios de los liceos emblemáticos de Santiago. Los llamados “overoles blancos” pudieron operar con demasiada impunidad durante años; los ataques con bombas molotov a personal de Carabineros, así como de zonas aledañas al establecimiento, han sido recurrentes; incluso tiempo atrás la misma rectora y otros funcionarios fueron rociados con combustible. Todo ello no solo hace incomprensible que la propia rectora haya calificado la explosión en el INBA como un “hecho aislado”, sino que se echa en falta que no haya más voces exigiendo medidas para frenar esta escalada de violencia y destrucción.
Desde la Municipalidad de Santiago se ha recalcado que no ha existido impunidad en el INBA respecto de hechos anteriores, haciendo ver que se han llevado a cabo decenas de procesos de expulsión. Aun así, es necesario interrogarse por qué los violentistas han seguido actuando con tanta facilidad al interior del establecimiento, y sigue en pie la pregunta de cómo ha sido posible que recurrentemente se pudieran ingresar -con demasiada facilidad- elementos explosivos al liceo. Hasta aquí, ninguna autoridad del establecimiento o del municipio han asumido responsabilidad alguna.
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