Un 2023 más complejo para la economía chilena
La caída en el crecimiento y la inversión que proyecta el Banco Central para el próximo año hace que las decisiones en materia de política pública deban ser especialmente cautelosas.
Un desafiante panorama enfrenta la economía chilena de acuerdo al último Informe de Política Monetaria (IPoM) publicado por el Banco Central. Pese a que la actividad este año superará lo previsto en los reportes previos, las condiciones macroeconómicas siguen mostrando evidentes signos de debilidad.
El PIB se expandiría este año 2,4%, ritmo que pese a ser mayor al proyectado a mediados de año, estará por debajo de América Latina (+3,4%, de acuerdo al FMI) y el mundo (+3,2%). Uno de los resultados inesperados que apuntalaron los datos para 2022 fue el comportamiento de la inversión, que en el tercer trimestre fue impulsado por la inversión en energías renovables y otros sectores específicos. Sin embargo, estos elementos puntuales no cambian la trayectoria negativa que muestra la economía chilena. El Banco Central proyecta que en 2023 la actividad mostrará una contracción en un rango entre -1,75% y 0,75%, lo que refleja que las perspectivas para el próximo año son más sombrías. El consumo registrará un descenso de 4,5% el próximo año, revirtiendo por completo lo avanzado en 2022 y afectado por una menor creación de empleos, la caída en los salarios reales y condiciones financieras más estrechas.
Quizás lo más preocupante es el panorama delineado para la inversión. El IPoM anticipa que la formación bruta de capital fijo se hundirá 5% en 2023, para registrar una nueva caída de 0,2% en 2024. Los principales factores que incidirán en este comportamiento más débil son “el pesimismo de las empresas, condiciones financieras poco favorables y un elevado tipo de cambio real”.
El panorama externo también representa una amenaza para la actividad local. El IPoM reconoce que “el impulso externo previsto para Chile nuevamente se reduce”, lo que “recoge el impacto de una restrictividad monetaria global mayor y más prolongada”. Anticipa una contracción económica en 2023 para Estados Unidos (-0,1%) y la Eurozona (-0,4%) y un tímido crecimiento de 2,1% de nuestros socios comerciales.
El complejo escenario que describe el instituto emisor debe motivar una reflexión en los hacedores de políticas públicas, en particular desde el Ejecutivo. En vez de intentar apuntalar las expectativas con declaraciones que minimizan los efectos del complejo momento que se avecina, es fundamental moderar el impulso reformista, diseñar una agenda robusta focalizada en ahorro e inversión y prepararse para resistir las presiones políticas que de seguro tendrá para aumentar el gasto público y validar nuevos retiros de los fondos previsionales.
El equipo económico deberá transitar por un precario equilibrio, teniendo presente que cualquier desalineamiento puede tener efectos significativos sobre la trayectoria de la inflación -que en noviembre registró un aumento anual de 13,3%- y sobre el mercado capitales, con impactos adicionales en las tasas de interés. Tal como lo recordó hace unos días el último informe de la OCDE, es fundamental que la política fiscal vaya de la mano del retiro del impulso monetario porque de lo contrario “tendrán como resultado tasas de política aún más altas para controlar la inflación”.
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