Un IPoM que resulta clarificador

Banco Central

Es una señal auspiciosa que la inflación esté dando muestras de ceder, pero a la luz de los datos también se confirma que el mayor problema que presenta nuestra economía es la debilidad del crecimiento.



El último Informe de Política Monetaria (IPoM) del Banco Central, correspondiente al segundo trimestre, ha permitido proporcionar nueva evidencia que confirma dos tendencias que se afianzan en el horizonte. Por una parte, la inflación está dando muestras de ir convergiendo gradualmente hacia el horizonte meta del Banco Central, pero en cambio las perspectivas de crecimiento para este año siguen debilitándose. De acuerdo con el informe, el PIB para este año fluctuaría entre -0,5/0,25% -una leve corrección a la baja respecto del IPoM anterior, donde el rango iba entre -0,5/0,5%-, y si bien en los años venideros la proyección en algo mejora, definitivamente se avizoran tasas de crecimiento muy por debajo de lo satisfactorio, confirmando así que el mayor problema que presenta nuestra economía es la dificultad para retomar trayectorias de crecimiento acordes con lo que fue nuestra historia en décadas recientes.

Ciertamente que la elevada inflación ha sido un problema mayúsculo para nuestra economía -como también para buena parte de las economías del mundo-, pero tal como se pudo apreciar en la reunión de política monetaria del lunes, donde en votación dividida el Banco Central mantuvo la tasa, pero dando señales de que en lo venidero podría comenzar por fin un proceso de flexibilización monetaria, es señal de que se están reduciendo los desequilibrios macroeconómicos previos. Si bien la inflación subyacente sigue estando en niveles elevados (sobre 9%), para diciembre el instituto emisor avizora una inflación anual ubicándose en torno a 4%, esperando que en el segundo semestre de 2024 se pueda converger hacia la meta.

Los riesgos, sin embargo, siguen siendo altos, principalmente por el lado de las economías externas, no descartándose que pueda haber episodios internacionales que restrinjan la liquidez, lo que ha obligado en el plano interno a adoptar una serie de medidas para asegurar la posición de capital de la banca. Este frágil equilibrio obliga a una especial prudencia, tal que las presiones por mayor gasto se mantengan contenidas; como recordó la presidenta del Banco Central, “el camino para que la inflación llegue a 3% aún es largo”. Sería en ese sentido un logro significativo que cuanto antes el país pueda dejar atrás las presiones inflacionarias y las tasas jueguen un rol reactivador.

Pero estas señales más alentadoras chocan con lo que se observa en materia de crecimiento, acumulándose señales de que seguimos empantanados. La corrección del PIB para este año se explica sobre todo por un ajuste en la actividad minera, pero en el cuadro global ciertamente es una señal preocupante que la inversión siga dando muestras de debilidad. De acuerdo con el Banco Central, durante el primer trimestre, descontada la estacionalidad, la formación bruta de capital fijo registró una caída de -0,9% respecto del periodo anterior, haciendo ver que las empresas siguen evaluando en general negativamente el panorama económico. Para 2024 la proyección es que el PIB fluctúe entre 1,25/2,25 mientras que en 2025 el techo sería apenas de 3%.

El país no puede contentarse con estas tasas de crecimiento, confirmando que cualquier “pacto” que se pretenda alcanzar entre el gobierno y los partidos debe poner el acento en cómo retomar tasas vigorosas de actividad, lo que no resulta compatible cuando el énfasis que busca un sector es el aumento de impuestos. El escenario que ha trazado el Banco Central debe ser orientador para efectos de volver a centrar las prioridades de la política económica.

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