Un resultado que remece la política argentina
Las primarias del domingo pasado no solo representaron una dura derrota para el kirchnerismo, relegado a un tercer lugar, sino que revelaron también el severo descontento de la ciudadanía con todo el sistema político, capitalizado por Javier Milei.
En el año en que Argentina celebra los 40 años desde el retorno a la democracia, la política en ese país está experimentando un giro copernicano, que quedó graficado en los resultados de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del domingo pasado. No solo porque el peronismo por primera vez desde 1983 quedó relegado al tercer lugar en unas elecciones nacionales, sino porque los candidatos que representan opciones ubicadas en la derecha del espectro político obtuvieron casi el 60% de los votos emitidos. Más de 13 millones de argentinos, de los 23 millones que fueron a votar el domingo pasado, se inclinaron por uno de los candidatos de Juntos por el Cambio o por el libertario Javier Milei, el mayor porcentaje obtenido por ese espacio político desde la posguerra, acabando con el histórico dominio peronista.
Pero más allá de lo anterior, los resultados de las PASO dejan en evidencia un fenómeno aún más profundo, que va más allá de un simple giro ideológico de la sociedad trasandina. El sorpresivo resultado del candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, que se alzó como el ganador de la jornada con poco más del 30% de los votos, esconde un profundo descontento y molestia de la ciudadanía con los sectores que han dominado el escenario político en las últimas décadas. No solo el peronismo, reunido en la lista Unión por la Patria, que coronó a Sergio Massa como su candidato, sumó la peor votación desde que comenzó a aplicarse el sistema de primarias en 2011, con apenas un 27,2%, sino que también la oposición de Juntos por el Cambio obtuvo menos de los 32 o 33 puntos previstos en los sondeos, llegando entre sus dos candidatos a poco más del 28%.
El domingo los argentinos votaron mayoritariamente por la tercera alternativa, una que consolidó su éxito criticando a la clase política tradicional del país. “Estamos frente al fin del modelo de castas”, dijo Milei en su primer discurso tras el triunfo. Como apuntan varios analistas trasandinos, fue el llamado “voto bronca” el que se alzó como el gran ganador de las PASO, tanto por el triunfo del candidato libertario como también por el alto nivel de abstención en un país con voto obligatorio -más de un 30% no fue a votar-. Además, lo sucedido reedita un panorama ya observado en varias elecciones recientes a lo largo del mundo, incluido Chile: el quiebre entre el voto urbano y el del interior. En el caso argentino, si bien en el conurbano bonaerense la disputa fue entre los bloques tradicionales, en las provincias del interior se impuso con claridad Milei.
Frente a ese escenario, el resultado de las elecciones del 22 de octubre próximo está abierto. No solo podría ser la primera vez que un candidato peronista no pase a segunda vuelta en unos comicios presidenciales, sino que incluso un triunfo de Juntos por el Cambio parece hoy menos seguro de lo que era hace solo una semana. Por ello, el primer desafío para la candidata del sector, Patricia Bullrich, será asegurar el apoyo de quienes optaron por Horacio Rodríguez Larreta, cosa que, como varios reconocen en ese sector, no será automática. Además, las cifras demuestran que quien gane en noviembre se enfrentará a un Congreso fragmentado, lo que hará aún más difícil la gobernabilidad en un país sumido no solo en una severa crisis económica, sino afectado por un conflictivo clima político.
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