Un retorno con mucha cautela y preparación

Mayor afluencia en el Metro de Santiago tras el retorno paulatino de trabajadores publicos.

Junto con mantener las estrictas políticas de prevención, convendría ir planificando los protocolos para el retorno, que no se pueden improvisar.



A la luz de cifras conocidas esta semana, surgen indicios de que el país podría estar entrando en la curva descendente de la pandemia, al menos en la Región Metropolitana. El dato debe ser tomado, sin embargo, con mucha cautela, no solo porque las cifras siguen siendo altas -lo que hace necesario seguir con las estrictas políticas de prevención-, sino porque existe la posibilidad de que la reducción en el número de contagios responda a factores puntuales -por ejemplo, una baja en los testeos-, y no a algo más estructural. Por ello, a diferencia de lo sucedido a mediados de abril, donde se anunció una suerte de regreso a la “nueva normalidad”, las autoridades y expertos esta vez han sido mucho más precavidos.

Hasta ahora sabemos que al menos en la Región Metropolitana, con cerca del 70% de los casos, el promedio móvil de contagio viene cayendo en forma sostenida y cerca de 30% desde su peak el pasado 16 de junio. Lo mismo sucede con la tasa de positividad, que ha caído cerca de 10 puntos porcentuales. Y quizás, lo más importante, es que la velocidad de contagio del Covid-19, el indicador RO, alcanzó su nivel más bajo desde la llegada del virus. De acuerdo a un estudio de varias universidades, dicho índice está en 0,83, entendiendo que una cifra menor a 1 indica que la epidemia está en su fase decreciente. A estos números habrá que darles algún tiempo para que confirmen que se trata de una tendencia sostenida.

La cautela, sin embargo, no tiene por qué ser sinónimo de pasividad, y por lo mismo parece razonable que junto con las restricciones para contener al virus, a la par el país comience a ir preparando un regreso seguro, algo que no es trivial, ya que mientras no exista una vacuna o un tratamiento, tendremos que vivir con la amenaza del virus. Planificar bien este retorno es fundamental, no solo por razones sanitarias, sino porque es clave comenzar a diseñar desde ya las fases para poner en marcha la economía, donde las extensas cuarentenas han provocado una caída inédita de la actividad y el empleo. Es claro que el país ya no podrá resistir mucho más cuando casi 10 millones de personas están confinadas.

A nuestro beneficio, tenemos la experiencia de aquellos que ya están en la etapa de apertura y han tenido éxito. De esos casos se puede concluir que a lo menos tres aspectos son esenciales: primero, tiene que existir gradualidad, estableciendo fases de apertura con reglas muy claras. Segundo, mucha capacidad de testeo y rapidez para lidiar con los brotes de contagio que siguen apareciendo. Tercero, una campaña muy fuerte de educación de la población para que no se relaje en las medidas de precaución y distanciamiento físico.

Nada de esto se planifica rápido. Establecer protocolos de apertura en las distintas actividades es complejo. Combatir focos de infección requiere de técnicas muy distintas a enfrentar una pandemia general. Conseguir que las personas se sigan cuidando sin cuarentena, ni toque de queda, ha sido un problema mayor en casi todos los países. Por ello, estar bien preparados hará una diferencia notable respecto de los resultados, tanto para evitar rebrotes como para poner en pie a la economía mucho más rápido.