Una oportunidad para avanzar en la flexibilización
La aprobación del teletrabajo puede permitir mejorar significativamente el uso del tiempo de trabajadores y empresas, y responder adecuadamente a contingencias como la actual.
Después de dos años de discusión en el Parlamento -y luego de varios intentos por regularlo en el pasado- tuvo que desatarse una crisis de gran proporción como la actual para que se diera curso al proyecto de teletrabajo en el Congreso. Esta semana por fin los trabajadores chilenos poseen un marco legal que regula modalidades a distancia para desempeñar las labores, sumando a nuestra economía al grupo de países donde se favorece esta modalidad.
Las economías desarrolladas han avanzado en la dirección de promover mecanismos de teletrabajo, por una serie de externalidades positivas. Los líderes en trabajo a distancia en Europa son Dinamarca, Suecia y Países Bajos, los que según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) superan el 30% de trabajadores que realizan algún tipo de modalidad de trabajo remoto. Los más rezagados en la Unión Europea son República Checa, Grecia e Italia, que no alcanzan a superar el 10% de participación de trabajadores a distancia.
En Chile, la nueva ley regulará los deberes y derechos sobre esta materia estableciendo criterios para evitar desprotección de los trabajadores. Por ejemplo, la nueva regulación chilena establece el derecho a desconexión digital -iniciativa pionera en América Latina- que exige que los trabajadores estén desconectados de sus funciones 12 horas al día, imitando a otros países que ya contemplan la desconexión digital como Alemania o Francia. Además, se busca garantizar la protección de los trabajadores ante accidentes que estén relacionados con las actividades laborales y que los empleadores costeen los insumos habituales que requieren sus colaboradores para desempeñar sus funciones, como el uso de internet.
Estudios internacionales han intentado medir los efectos del teletrabajo. Al combinar las tecnologías de la información y la comunicación laboral, éstas pueden utilizarse como herramientas para integrar mejor el trabajo remunerado y la vida privada, según lo revela un informe de la OIT, aunque también es más difícil establecer límites entre ambos.
Pero quizás el mayor beneficio que nos reportan estas nuevas formas de efectuar el trabajo, que la actual crisis aceleró, es la eficiencia en el tiempo y los lugares físicos necesarios para las empresas. En países como Chile -y en particular en ciudades como Santiago-, donde hay largas distancias y donde el espacio físico es reducido y comparativamente de alto costo, las nuevas modalidades de teletrabajo pueden crear mejoras significativas en el uso del tiempo de las empresas y sus trabajadores y en el uso eficiente de los espacios laborales.
Y así como los propios parlamentarios han avanzado discutiendo herramientas que les permitan efectuar sus labores como la votación por medios telemáticos, es importante que el teletrabajo sea un primer paso en explorar nuevos mecanismos y avanzar en una mayor flexibilidad que permita responder adecuadamente a desafíos como el que estamos viviendo en la actual contingencia y a las oportunidades que se planteen a futuro.
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