Urgencias en la industria del litio

 Plantas procesadoras del Litio en Salar de Atacama

Para recuperar el ritmo perdido en el desarrollo del mineral -que sólo el año pasado aportó al Fisco más de US$ 5.000 millones- cualquier política nacional del litio debe aprovechar el know-how del sector privado. Por ello, es positivo que la autoridad esté dando señales en ese sentido.



Los aportes al Estado de la industria del litio llegaron en 2022 a US$ 5.023 millones, una cifra que duplica lo entregado al Fisco por Codelco y supera el aporte total de la minería privada. Detrás de ese dato se esconde la creciente demanda y la fuerte alza del precio del mineral, que se incrementó un 65% durante el año pasado, llegando en noviembre a su máximo histórico, al cotizarse en US$ 80.000 la tonelada. Si bien se espera que durante 2023 el valor del mineral se ajuste levemente a la baja, seguirá manteniendo precios relativos altos.

Pese a lo anterior y a los importantes aportes entregados al Fisco el año pasado, las cifras podrían ser mucho mayores. Chile ha venido quedando atrás en la producción mundial de litio, con las consecuentes mermas para la economía local. Si en 2016 el país lideraba la producción mundial, actualmente Australia lo supera ampliamente. En 2021, por ejemplo, Australia produjo 55 mil toneladas, mientras que Chile llegó sólo a las 26 mil toneladas. Hace veinte años en nuestro país se producía el 66% del total mundial de litio, hoy llega al 23,9%.

Chile concentra las terceras mayores reservas de litio del mundo, después de Bolivia y Argentina, pero al contrario de esos dos países, sus costos de producción son considerablemente más bajos al ser en base a salmuera y no a mineral de roca. Una oportunidad única para el país considerando además el boom que viene experimentando la electromovilidad a nivel mundial y la creciente demanda por baterías eléctricas, y que explica la fuerte alza de los precios en los últimos años. Sólo en 2021, por ejemplo, el valor de la tonelada se incrementó en un 497%.

Pese a lo anterior, el fuerte control estatal sobre el mineral -una norma de 1979 lo declara no concesible-; las propuestas de avanzar hacia un mayor control del Estado en la industria; las preocupaciones ambientales referidas especialmente al uso del agua, y el activismo de algunas comunidad indígenas de la zona que llevaron a revertir contratos adjudicados, poco han contribuido al fomento y desarrollo de una industria que incluso en las condiciones actuales y con las limitaciones existentes se ha vuelto una fuente clave de ingresos para el país.

Por ello, es urgente impulsar una estrategia que ayude a fomentar la producción del litio y le devuelva a Chile su sitial a nivel mundial. El gobierno prevé durante este mes presentar su política nacional del litio y si bien, inicialmente, la apuesta apuntaba a un fuerte control estatal, con la creación de la Empresa Nacional del Litio, en el último tiempo las señales sugieren una positiva apertura hacia la participación del sector privado. El propio ministro de Hacienda comentó que “Chile tiene que tener una industria diversa, no se puede jugar todo a un caballo”.

La explotación del litio requiere un know-how y un conocimiento que no puede obviarse por consideraciones políticas o ideológicas. Recuperar el ritmo perdido y aprovechar las oportunidades que ofrece ese mercado exige que cualquier estrategia incorpore a quienes conocen la actividad. En ese sentido, las últimas señales dadas por la autoridad van en la dirección correcta. Es de esperar que se actúe con rapidez para que el país pueda desarrollar en el corto plazo todo su potencial en esa industria y capitalice sus reales beneficios.

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