Visita privada del Presidente Milei a Chile
Resulta ciertamente un fuerte desaire hacia nuestro país que el mandatario trasandino no haya considerado relevante que su primera visita al país en su calidad de jefe de Estado tuviera el carácter de oficial.
El Presidente de Argentina, Javier Milei, estuvo el jueves en Santiago, en el marco de una visita privada que se extendió solo por seis horas. El motivo fue la asistencia a un encuentro organizado por la empresa Gas Andes, con el fin de conmemorar el hito de haber transportado su primer TCF de gas natural -28,5 mil millones de metros cúbicos- desde ese país hacia Chile por el gasoducto construido en 1997, en el marco de un acuerdo de integración energética.
Sin embargo, y más allá de los reconocimientos que hizo el mandatario trasandino a la política económica de nuestro país, y de señalar que su administración cumplirá con los compromisos de suministro de gas a diferencia de sus antecesores, sorprende que tras ocho meses de asumir el mandato su primera visita a Chile haya tenido el carácter de privada -la que solo se comunicó ocho días antes a nuestra Cancillería-, sin contemplar un encuentro oficial con el Presidente Gabriel Boric, más allá de que hubo una petición de audiencia por parte del gobierno argentino, pero que por la escasa antelación con que fue realizada no pudo prosperar.
La vecindad, intereses compartidos y una larga frontera han hecho tradicionalmente de las relaciones entre ambos países una prioridad para los mandatarios chilenos o argentinos. Así ocurrió, por ejemplo, con el Presidente Sebastián Piñera, quien al inicio de su segundo mandato eligió como primer destino Argentina, donde se encontró con el Presidente Mauricio Macri; y cuando este último fue electo, en 2015, Brasil y Chile fueron sus primeros destinos. El primer viaje oficial de la Presidenta Cristina Fernández, en su segundo mandato, fue precisamente Chile. De allí que resulta un fuerte desaire hacia nuestro país que el Presidente Milei no haya considerado relevante que su primera visita al país en su calidad de jefe de Estado tuviera el carácter de oficial, optando en cambio por la fórmula “privada”, la misma que ha utilizado en sus viajes a otros países, como fue el caso de España.
Desde luego cabe lamentar también que una oportunidad como esta no haya contado con un interés mayor del Presidente Milei por reunirse con el mandatario chileno. Más allá de las diferencias ideológicas de cada uno, no se puede soslayar que el Presidente Boric representa al país en su conjunto y no a un determinado sector político, especialmente en materia internacional, y por lo tanto la falta de deferencia no es solo hacia su persona, sino también a lo que su investidura representa. Un encuentro oficial entre ambos habría sido además especialmente útil, considerando que en la agenda hay importantes temas de relevancia para ambos países, como el impacto que podría tener en la región la crisis política que vive Venezuela producto del régimen de Nicolás Maduro, algo que podría derivar en una nueva ola migratoria.
Lo sucedido definitivamente no se condice con lo que debieran ser las relaciones entre Chile y Argentina. Cabe esperar que en noviembre, cuando se conmemoren los 40 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre ambos países, se dé una instancia para que el Presidente Milei pueda demostrar con señales claras la relevancia que le asigna a la relación con Chile.
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