Cuando uno va al supermercado o a una tienda de alimentos, tiende a sacar el producto más accesible dentro de la variedad que ofrecen, es decir, el primero del montón. ¿Es correcto lo que estamos haciendo? Sí, por supuesto, no estamos cometiendo ningún error o ilegalidad, sin embargo, si a ti te interesa comprar los alimentos perecibles -categoría que incluye frutas y verduras, así como carne, pescado, huevos y otros productos lácteos- lo más frescos posibles, hay un sencillo truco que debe aprender.

Para saber cómo funciona este truco y por qué deberías aprovecharlo, conviene entender cómo se abastecen estas tiendas. Las tiendas y supermercados emplean lo que se conoce como sistema FIFO (primero en entrar, primero en salir). Este método de control de inventario garantiza la rotación de los alimentos, de modo que los más antiguos se sitúan siempre en primer lugar. La razón por la que los supermercados utilizan este sistema es obvia: evita que los productos perecibles, como la leche o los huevos, se echen a perder. Es decir, no se quedan con alimentos que no pueden vender, lógico.

Entonces, ¿cómo debo elegir mis alimentos perecibles?

Para los compradores expertos, esto significa que los alimentos que caducan pero que están más frescos no son los que tienen en frente de sus narices. Por el contrario, los alimentos más frescos son los que están al fondo del estante, del refrigerador o del congelador. Naturalmente, es más difícil llegar a ellos. Y eso es lo que hacen los supermercados. Pero una rápida ojeada a las fechas de caducidad te mostrará claramente que cuanto más atrás estés dispuesto a llegar, más frescos estarán los alimentos.

Y este orden que aplican los supermercados también es una práctica que nosotros debiésemos aplicar en nuestras despensas y refrigeradores para evitar que nuestros alimentos venzan. La lógica se aplica al hogar cuando de ahorro se trata.

Por qué los alimentos frescos son mejores

No te sientas culpable por ir hasta el fondo para elegir los alimentos más frescos posibles. Si el supermercado ha puesto estos productos en sus estantes o refrigeradores, es que están disponibles para su compra. Y no sólo eso, sino que hay varias razones de peso por las que optar por la opción más fresca es siempre preferible a la alternativa.

En primer lugar, estos alimentos se mantienen frescos durante más tiempo, por lo que es menos probable que acabes tirando comida a la basura. ¿Botaste un quesillo que habías comprado hace cuatro días? Bueno, esto es lo que pasa si uno no se fija en las fechas y lleva el brazo un poco más atrás. Además, los alimentos más frescos tienen mejor sabor y pueden ser más nutritivos que los más antiguos. Uno de los efectos de la oxidación en los productos frescos -resultado del envejecimiento- es que agota los azúcares y almidones de estos alimentos y el resultado es una disminución del sabor. Las verduras, en particular, pueden desarrollar notas más amargas cuando empiezan a perder frescura.

La descomposición de los productos también merma los niveles de vitaminas y minerales, a menudo de forma significativa. Según una investigación de la Universidad de California en Davis, ciertas variedades de productos pueden perder más del 75% de sus nutrientes tras una sola semana de almacenamiento en el supermercado. En otras palabras, cada día que estas frutas y verduras pasan en el supermercado pierden sabor y nutrientes.