“Hace unos días me llegó la captura de un grupo de WhatsApp de varones en donde se compartió la imagen de una chica en la calle con un short. La chica se agachó a levantar algo del piso y le sacaron cuatro fotos. Quien compartió la imagen dijo que a él le había llegado de parte del administrador de su edificio y este hombre, a su vez, decidió compartirla en un grupo donde hay al menos otros veinte varones.
Más allá de que no estoy contando nada nuevo, nada que no sepamos, me llama profundamente la atención lo claro que queda en estas situaciones, el pacto de varones: una chica camina por la calle con vestimenta adecuada para la estación del año y en cinco minutos se arma una red de hombres que tienen en su teléfono fotos de ella. Una red de al menos veinte varones, sin contar quienes de ese grupo la reenviaron a otros grupos o a cuántos otros se la pudo enviar el administrador del edificio.
Así, cualquiera de estos días, una de nosotras sale de la casa a tomar la micro o un colectivo vestida como se nos ocurre porque tenemos calor y cuando nos subimos a la micro hay al menos veinte varones con fotos de nuestro culo en su teléfono. Porque funciona así, como le pasó a la chica del short, que quizás nunca se enteró que su foto circulaba por los teléfonos de quizás cuántos hombres.
Y es muy fuerte, porque mientras muchas mujeres arman a diario redes para avisar que llegan bien a sus casas, para delatar cuáles de Tinder son abusadores, básicamente para cuidarse, los varones tienen estos pactos implícitos, redes naturalizadas en lo cotidiano donde divulgan e intercambian este tipo de material. Seguramente alguno de esos veinte varones piensa que violar está mal o que los femicidios no deberían ocurrir, sin embargo, forman parte de esta cadena o este pacto implícito. Después se hacen los que apoyan a las mujeres en sus luchas contra la violencia, pero cuando les llega una foto como ésta, callan. O peor aún, la comparten.
Si algún hombre lee esto, ojalá se tome unos minutos para pensarlo, en silencio. Una reflexión sobre lo importante que es no aguantar este tipo de cosas y menos naturalizarlas. Porque la justificación que apunta a que son solo un par de fotos y nada más, o que lo hicieron sin pensar, aquí no vale. A las mujeres nos siguen matando y los varones, con estas cosas, nos muestran como vitrinas. Todo es parte de la misma narrativa.
Quizás algunos están interesados en deconstruirse y me parece genial. Pero quizás no se han dado cuenta de que son parte de este “pacto de caballeros” y, por tanto, son cómplices de todo esto. De la violencia. Al final, son veinte varones y contando”.
Sol Ferreyra es argentina, tiene 32 años y es médica y docente de la Universidad de Buenos Aires.