2025: ¿El año de aceptar las arrugas?

Aceptar las arrugas Paula



El 1 de enero de 2025, The New York Times publicó un artículo con sus predicciones para el año, destacando una que apuntaba a que este sería el año de ‘aceptar las arrugas’. Según el medio, entre 2013 y 2023, las inyecciones de bótox en menores de 30 años aumentaron casi un 50%, impulsadas por el impacto de las redes sociales y las videollamadas durante la pandemia. Sin embargo, ahora hay indicios de un cambio. Celebridades han comenzado a disolver sus rellenos y los tutoriales de maquillaje “antibótox” se han vuelto tendencia en Tik Tok. Esto planteo la siguiente pregunta: “¿2025 podría ser el año de las arrugas?

María Alejandra Energici, académica del Departamento de Sociología de la Universidad Andrés Bello y especialista en el estudio de cuerpos y apariencia física, señala que las tendencias de belleza no se limitan a la ‘aceptación’ de las arrugas o al uso de productos naturales, sino que reflejan los constantes cambios en los ideales sociales. Si bien no descarta una tendencia hacia una mayor aprobación de las arrugas, enfatiza que esta no representa una verdadera ‘aceptación’. Según Energici, lo que realmente está ocurriendo es una redefinición de la estética de la belleza a través de tratamientos naturales que, aunque menos invasivos, siguen siendo intervenciones que requieren conocimiento especializado y recursos.

La académica también destaca que tratamientos como el bótox, que antes se asociaban a edades más avanzadas, ahora comienzan a aplicarse a edades más tempranas. Esto se debe a que, actualmente, se pueden realizar de manera menos invasiva y centrados en áreas específicas del rostro. Esta posibilidad de intervenir solo ciertas zonas favorece un fenómeno donde la idea es envejecer, pero sin mostrarlo de manera tan abrupta. Según Energici, esto refleja una contradicción dentro de la estética contemporánea, en la que se busca una autenticidad que, en realidad, se construye a través de intervenciones. “Hay una especie de más que autenticidad, como de construcción de autenticidad; eso es una estética súper compleja”, subraya la especialista, quien enfatiza que, aunque estas prácticas buscan una naturalidad en el envejecimiento, siguen siendo procedimientos que dependen de conocimientos especializados y recursos.

Por su parte, Agnieszka Bozanic, presidenta de la fundación Gero Activismo y docente investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Andrés Bello sede Viña del Mar, aborda este tema desde una perspectiva crítica. Reconoce que el 2025 podría marcar un cambio, pero advierte que todo parte de la industria del marketing. “La aceptación de la arruga, como parte natural del envejecimiento, podría ganar terreno, pero lamentablemente eso no tendría por qué correlacionarse con un cambio cultural definitivo. Más bien parece una reacción cíclica dentro de la industria de la belleza que constantemente está buscando nuevos nichos e introducir nuevas tendencias con el fin de vender productos y procedimientos”, dice Bozanic.

Aceptar las arrugas nota Paula

A pesar de que esta tendencia podría comenzar impulsada por la industria, Agnieszka Bozanic ve con optimismo la posibilidad de que se logre una verdadera aceptación de las arrugas. Destaca que lo importante sería que finalmente se llegue a un cambio cultural real.

La psicógerontóloga explica que aceptar las arrugas también implica aceptar el envejecimiento, especialmente el ‘viejismo interiorizado’, un concepto que hace referencia a cómo, al crecer en una sociedad que discrimina a las personas mayores, desde temprana edad internalizamos estereotipos sobre el envejecimiento y las personas mayores. Además, Bozanic advierte que este proceso tiene un impacto negativo en la salud mental, ya que aumenta los niveles de ansiedad, disminuye la autoestima y distorsiona la autoimagen. “Desde lo físico, sabemos que las personas que interiorizan de forma negativa su proceso de envejecimiento viven, en promedio, casi ocho años menos que aquellas que lo viven de manera más compasiva”, concluye.

A esta reflexión se suma lo que señala María Alejandra, quien destaca que, socialmente, la visibilidad del envejecimiento también conlleva otro tipo de trato. “Mostrar las arrugas tiene efectos sociales respecto de la gente, por ejemplo, efectos discriminatorios, efectos incluso violentos, que te traten mal en la calle, que no te escuchen tanto porque asuman que eres vieja, etc.”, dice Energici.

La psicóloga Patricia Catalán, de la clínica Talus, coincide con el impacto psicológico de las arrugas y cómo su aceptación nos confronta con nuestra propia historia. “Arrugas, para algunos es el paso natural del tiempo, es experiencia; para otros es miedo a la vejez; una suerte de obsesión por evitar esas arrugas. A mi modo de ver, necesitamos trabajar la aceptación del envejecimiento y hacerlo desde mucho antes”, enfatiza.

Jess Venegas, educadora de maquillaje en Pichara, tiene una visión distinta. Dice que la presión social, que antes obligaba a las mujeres a detener los signos del envejecimiento, ha ido cambiando. “Este mandato de mantener una piel libre de arrugas, manchas y marcas de la edad generaba frustración, pues muchas se comparaban constantemente con las más jóvenes, buscando un rostro que reflejara una juventud perpetua. Sin embargo, la percepción ha cambiado, y hoy las mujeres tienen más libertad de aceptar el envejecimiento de manera natural, sin sentir la necesidad de frenar el paso del tiempo. Aceptar que los años pasan no significa descuidar nuestra imagen, sino entender que eso no es algo negativo”, concluye la educadora.

¿Qué pasa en las clínicas?

Además del análisis social, es importante considerar la perspectiva desde las clínicas estéticas. La doctora Francisca Navarro, de la clínica Elements, señala que no han notado una disminución en la demanda de procedimientos para tratar las arrugas. De hecho, recalca que cada vez más hombres están optando por estos tratamientos.

“Sin ninguna duda entre los tratamientos más solicitados está la toxina botulínica (‘bótox’), el cual consiste en un procedimiento ambulatorio que previene la aparición de arrugas profundas, mediante el bloqueo de la contracción muscular en los territorios inyectados”, explica.

Y según cifras internacionales, el mercado de la toxina botulínica se valoró en aproximadamente 9 mil millones de dólares en 2023 y lejos de ir en baja, se espera que crezca a una tasa compuesta anual fuerte de alrededor del 8,5% durante el período previsto (2024-2032). Debido a la creciente tendencia de los cambios de imagen cosméticos.

Francisca Navarro si bien reconoce un cambio de paradigma respecto al envejecimiento, especialmente entre las nuevas generaciones, advierte que este no siempre está acompañado de hábitos más saludables. La piel refleja el estilo de vida, y factores como el tabaquismo, el alcohol, el estrés o la mala alimentación impactan directamente en su apariencia. “Es un hecho que todos vamos a envejecer, pero el cómo depende de tu autocuidado”, concluye.

Aunque The New York Times predijo que 2025 marcaría un giro hacia la aceptación de las arrugas, la realidad parece más compleja. Si bien hay indicios de un cambio de paradigma, como el auge del maquillaje “antibótox” y la disolución de rellenos en celebridades, las clínicas estéticas no han visto una disminución en la demanda de procedimientos. Expertas como María Alejandra Energici y Agnieszka Bozanic advierten que más que una aceptación genuina del envejecimiento, lo que ocurre es una redefinición de la estética, donde la naturalidad sigue requiriendo intervención. Además, aceptar las arrugas no solo implica una elección estética, sino también enfrentar prejuicios sociales y el viejismo interiorizado. La verdadera transformación, entonces, no dependerá solo de una tendencia, sino de un cambio cultural más profundo que modifique la forma en que percibimos y vivimos el paso del tiempo.

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