Saber cuándo le toca control médico a los niños, planificar lo que se va a cocinar durante la semana, responder el chat del colegio, llevar la cuenta de qué implementos de limpieza faltan, tener claridad de las cosas que hay que hacer en el hogar y cómo se hacen: todo esto implica un trabajo importante a nivel de planificación y gestión incluso antes de tener que ejecutar las distintas tareas. Y se denomina carga mental doméstica.
Cuando hablamos de cuidados y labores del hogar, solemos pensar solamente en el trabajo que implica “hacer” las cosas: llevar a los niños a sus controles, limpiar la casa, cocinar, etc. Tareas que suelen recaer en las mujeres, tal como muestra la ENUT del 2015 que revela que las mujeres dedican más del doble del tiempo que los hombres a las tareas domésticas y de cuidado. Sin embargo, cuando pensamos en la carga mental doméstica, también nos encontramos con que son las mujeres quienes asumen la mayor parte de este trabajo: durante 2022, ComunidadMujer lanzó una campaña junto a una encuesta que fue respondida por más de 12 mil personas, y los resultados mostraron que, en las familias de parejas heterosexuales con hijos/as, las mujeres asumen el 75,7% de la carga mental doméstica.
Si bien en los últimos años hemos tenido avances en cuanto a la toma de conciencia sobre la importancia de que las labores del hogar y de cuidados se distribuyan de manera más equitativa entre hombres y mujeres, aún estamos lejos de ello; y es que parte importante de lo que genera cansancio, estrés y una sensación de soledad, es llevar toda la planificación, gestión y supervisión por cuenta propia. No basta con contar con apoyo en la ejecución, también es importante que tanto hombres como mujeres sepan qué hay que hacer y cómo puedan organizar y gestionar el funcionamiento de la familia y no dependan de la instrucciones y supervisión de otra persona para poder llevar a cabo ciertas labores básicas. En este sentido, el empoderamiento de las madres es clave, y es algo en lo que Fundación Emma trabaja día a día a través del acompañamiento que realiza a cada mamá para que pueda tomar conciencia de su propio valor y capacidades.
Para avanzar hacia estos objetivos, es importante visibilizar el trabajo que implica la carga mental y comprender que la coparentalidad y la corresponsabilidad son parte de la construcción de un proyecto de familia, así como educar desde muy temprano a niños y niñas en la importancia de colaborar con el funcionamiento del hogar, involucrándolos progresivamente y de acuerdo a su etapa de desarrollo, tanto en la ejecución como en la gestión de las tareas de la familia y de su propia autonomía. Y sobre todo, es fundamental que como sociedad valoremos el cuidado y el trabajo doméstico como algo que es responsabilidad de todos, y que entendamos que es desde esas labores, y no a pesar o independiente de ellas, que se sostienen los cimientos del desarrollo.