Príncipe del crochet.
Este es uno de los personajes en amigurumi que creó Marcelo Cortés, profesor de lenguaje y filosofía, autodidacta del tejido que a los 23 años de edad ya tiene sus propios diseños de muñecos, a los que puso nombre, dio una historia y también una estética personal de líneas simples y colores pastel. Con ellos está trabajando en una historia a publicar con un libro ilustrado. Es posible comprar algunas de sus creaciones y conocer sus patrones; también enseña la técnica en talleres con Revesderecho, marca de la que es embajador. Instagram @principe_del_crochet
Materiales y más talleres
En @la_tejeria buscan modernizar el tejido en general. Es un espacio creado por Javiera Hernández y su madre, donde hacen clases y venden materiales específicos para los proyectos. Pensando en amigurumi, ofrecen un maletín de la marca Casa Sol con hilos de algodón en cantidades precisas y muchas tonalidades, incluyendo color piel. Y en @punto_fla hay talleres en Santiago y otras ciudades, incluyendo modalidad 'arma tu grupo': se juntan varias personas en una casa. Duran nueve horas divididas, generalmente, en dos tardes o dos mañanas.
A gusto
Jimena Ramírez es una tejedora encantada con los amigurumi y su rol como muñecos de apego: "Tengo muchos modelos, de animalitos, niños, niñas, muñecas, etc. Algunos son patrones propios y otros, adaptaciones". Muestra su trabajo en la cuenta de Instagram @hilitos_con_alma y trabaja con hilo antialérgico y ojos con broche de seguridad. Vende a pedido y envío a domicilio a todo Chile.
Desde Villarrica
Rocío Alegría muestra su labor en la cuenta
@alegríahechaamano. Teje desde niña y empezó con el amigurumi hace siete años. Da clases en distintas ciudades y tiene sus propios patrones y colecciones: desierto florido y animales de campo y bosque. Sugiere ocupar hilos 100% algodón, por hipoalergénicos, buena resistencia a lavados y poca elasticidad, lo que evita que se salga el relleno.
Amor de mamá
"Si los teje la mamá, van quedando con su aroma", dice Ximena Garcés, de @somostejedoras, donde hay clases grupales pero personalizadas; son dos horas semanales, tiempo en que se enseña a sacar modelos, escalar tamaños y leer patrones. No importa el nivel de conocimiento, se avanza a ritmo personal y se practican tips, por ejemplo, que los puntos queden apretados para que no se salga el relleno.