El 3 de marzo se cumplió un año desde que se confirmó en Chile el primer caso de Covid-19. Un año en el que hemos pasado por cuarentenas obligatorias y voluntarias, reformas radicales a nuestras rutinas diarias, distanciamientos físicos y emocionales, pérdidas, duelos y una serie de alteraciones a la vida como la conocíamos hasta entonces.
En el informe Un año del Covid-19, realizado recientemente por la consultora internacional IPSOS, para el cual se encuestó de manera online a más de 21.000 adultos de 30 países, se reveló que en promedio, un 45% postula que su salud mental y emocional ha empeorado desde el inicio de la pandemia. Chile en particular se posiciona en el segundo lugar a nivel mundial –superado solo por Turquía– con un 56%. De hecho, de los encuestados nacionales, solo un 14% dice haber mejorado su bienestar emocional durante este último año. A esto se le suma que algunos grupos sociales han sufrido más costos que otros. “Lo más evidente hasta ahora ha sido el costo económico y el deterioro de ingresos para los hogares. De a poco comenzaremos a dimensionar que hay grupos de la sociedad que han experimentado más costos, como por ejemplo el retroceso de la incorporación de las mujeres en el mercado laboral. Pero aun nos falta entender en qué nivel de deterioro de salud mental nos encontramos y cuál es el grupo con mayor daño; ¿los adultos mayores?, ¿las mujeres?, ¿las mujeres trabajadoras?, ¿los niños? Lo que si está claro es el desafío que tendrá el sistema de salud a corto plazo en esta materia”, explica Alejandra Ojeda, Gerente de Asuntos Públicos de Ipsos Chile.
En este contexto, en el que puede ser de suma relevancia externalizar lo que hemos sentido a nivel interno, hicimos un llamado abierto a nuestras lectoras y lectores, para saber qué es lo que han cambiado en este año, cómo han reformulado sus prioridades y qué han aprendido. Aquí, breves reflexiones que dan cuenta de quiénes somos, o quiénes queremos ser, a un año desde que empezó la pandemia.
“Tenía una idea fija de lo que era ser exitosa y hacía todo para lograrlo. Ahora solo me preocupo de sobrevivir”. Andrea Rodríguez (35)
“Solía ser una persona retraída, ahora sueño con abrazar a la gente”. Rodrigo Aravena (37)
“Aprendí a soltar. Qué liberador ha sido”. Francisca Mellado (45)
“Yo era mi última prioridad. Antes estaban mis hijos, mi marido y el trabajo. Eso ya no”. Carmen Faúndes (54)
“A un año de la pandemia ha cambiado esa ‘ficticia certeza’ que creía tener en algunos aspectos de mi vida. Darme cuenta de lo frágil que somos todos y ver cómo la vida puede cambiar de un día para otro, me ha hecho entender la importancia de la humildad, de no creernos superhéroes. La importancia de empatizar y respetar a nuestro entorno, me ha hecho ser más consciente de lo mal que lo están pasando muchas personas y tratar en lo posible de ayudarlas a vivir de mejor manera esta situación”. Francisca Díaz (38).
“Por primera vez, aprendí a estar conmigo”. Macarena Martínez (24)
“¿Qué tiene que pasar para que nos demos cuenta que el sistema económico y social que nos regía no funciona?”. Felipe Rodríguez (31)
“Aprendí que ni la plata, ni el trabajo, ni la vida social importan tanto como tener buena salud”. Trinidad Rojas (25)
“Aprendí a decir que no y entendí que hay cosas que pueden esperar”. Joyce Ríos (27)
“Hablábamos de lo importante que era ser conscientes y empáticos. Ahora lo hemos puesto en práctica”. Anabela Jiménez (67)
“En este año de pandemia, aprendí que lo esencial está más cerca de lo que pensábamos. Parte desde nosotros mismos, en estar atentos a cuidarnos y cuidar a los demás. Que la empatía es fundamental. Que siempre hay alguien que puede necesitarnos, y que podemos entregar una sonrisa o un oído para contener a otro. Que los niños son verdaderos maestros y hay que escucharlos y atenderlos más. Que en este año se ha visto que no le damos un lugar de importancia a los niños y a los adultos mayores que han quedado aún más aislados que antes. Que vivimos en un mundo adultocentrista. Que nos olvidamos que fuimos niños y seremos ancianos. He aprendido qué hay que ser agradecido por lo que tengo y disfrutar el presente. Porque no sabemos cuándo dejaremos de estar aquí. Que somos una comunidad y hay que abrir los ojos y estar atentos a los demás”. Constanza Ramírez (36)
“Creía que la plata tenía valor”. Alfonso Noriega (39)
“Me di cuenta que no necesitamos tanto para estar bien y ser felices. Antes estábamos sometidos permanentemente a estímulos que nos llevan a consumir, hoy eso ha disminuido y nos permite tomar decisiones más consientes, más reales y apegadas a lo que de verdad necesitamos”. Viviana Lobos (35)
“Pensaba que ser tan autoexigente y lograr mis metas me iba a generar algún tipo de satisfacción”. Florencia Perciavalle (35)
“No lo veo aún, pero espero que salgamos menos individualistas de esto”. Paola Rivera (71)
“Creo que ha sido un período de evolución para todos, para algunos más doloroso que para otros; porque cuando uno no puede volcarse al exterior, no queda más que mirar al interior. Resolví cosas internas que antes de la pandemia eran más fáciles de ignorar. Lo importante: El valor de la familia, los amigos, la importancia de la comunicación y la creatividad, que siempre aflora en los momentos de crisis. Cosas que cuando volvamos a la ‘normalidad’ espero no olvidar”. María Ignacia Magofke (36)
“Aprendí que las frases cliché, por más que lo sean, pueden tener sentido. Todo depende desde dónde las leamos”. Javiera Contreras (24)
“Ahora privilegio a mi familia por sobre mi desarrollo profesional”. Carmen Cecilia Méndez (59)
“Aprendí a buscarle la raíz a mis emociones y validarlas”. María Arriagada (23)
“Nada importa mucho”. Juan Fuentealba (42).
“Estoy aprendiendo a vivir en la incertidumbre y entender que no es posible tener el control deseado sobre ciertas situaciones. En la rutina de la hiperconectividad no me permití pausas saludables y ahora me las tomo sin culpa”. Fabiola Gutiérrez (48)
“Nunca he sido de frecuentar personas y antes de la pandemia hacía mis propias cuarentenas. Sin embargo, lo que me ha afectado a nivel salud mental es el cómo se ha manejado esta crisis sanitaria”. Francisco Mallea (52)
“Aprendí a ser mi propia compañía y entender que la soledad, a veces, no es tan mala”. Monserrat Vitar (24)