Hace como un mes fui invitada por WhatsApp a participar de una cadena de meditación para atraer la abundancia, basada en las ideas del gurú, escritor y médico indio Deepak Chopra. Se trataba de un "reto de meditación" de 21 días, en los cuales había que hacer algunas tareas (listas de momentos y personas de tu vida, cartas de agradecimiento y cosas así) y dedicar 15 minutos del día a una meditación guiada por el mismo Chopra. Acepté de inmediato pensando en lo bien que me vendría un shot de abundancia y también porque creo en la ley de la atracción. Básicamente, si piensas en abundante, y das en abundancia, recibes abundancia. En realidad, qué bien nos vendría a todos entrar en una frecuencia distinta. Pareciera que estamos todos un poco más pobres, no solo en lo material sino también en lo emocional.
El otro día, un tipo escribió en Twitter un comentario que parecía fuera de foco entre tanto trolleo y pesimismo. Decía: "Mi novia, un amigo y yo conseguimos trabajos nuevos y bien remunerados la semana pasada. RT para que a ti también te pase, las buenas energías se contagian". Y es cierto, lo pude comprobar durante los 21 días que duró el desafío de Deepack Chopra. Al estar meditando al respecto, tomando nota de la generosidad que has dado y recibido, entiendes que para activar una transformación en tu vida tienes que comenzar por cambiar de actitud. Elemental, sí, pero a ratos se olvida.
Me acuerdo de una época desdichada en la que no tenía trabajo y me sentía sola. Cada día veía reflejada mi pobreza en la bandeja de entrada del correo electrónico, que solo recibía spams. Sentirse pobre es cómo sentirse solo. Sabes que no serás feliz hasta que ese vacío interior se llene. La bandeja de entrada era mi estómago o mi corazón, y mientras más crecía mi vacío virtual más pequeña me sentía. En ese sentido, las redes sociales muestran su cara más infame, multiplicando la mezquindad que crece cuando los tiempos están duros. Porque si no tener mails era deprimente, no tener likes es estar acabado.
Mi realidad cambió cuando decidí hacer algo: escribir mails, llamar, proponer, invitar, dar. La mínima acción de reproducir el tuit del joven que encontró trabajo ya podría ser un paso encaminado a una vida en abundancia, porque lo interesante es que tiempos como este, tiempos de escasez, cesantía, envidia y egoísmo, se pueden revertir. Y por ello más que nunca se requiere cultivar la abundancia, los buenos sentimientos y la gratitud.
El concepto de abundancia, en todo caso, no es fácil de asimilar, porque el principio de la escasez está tan arraigado en la humanidad que parece imposible simplemente imaginar la abundancia. Esto ocurre porque llevamos demasiado tiempo viviendo en la escasez, en la creencia de que el único modo de mejorar tu vida es explotar a los demás. Hace muchos años, Carl Sauer, uno de los grandes académicos estadounidenses, afirmó que la ideología moderna ensalza una producción económica que siempre va en aumento, por lo que el precio del progreso de Occidente ha sido el empobrecimiento permanente del mundo. Y aquí entra, por cierto, la depredación de nuestros recursos naturales.
Esto quiere decir que para vivir en un mundo de abundancia deberíamos, primero, desechar la idea del enriquecimiento y acumulación como objetivo fundamental. Si los recursos y la energía abundan a tu alrededor no tiene sentido que reserves una parte de ellos en tu caja fuerte. Al cambiar la codicia por la generosidad echamos a andar la rueda. Puede demorar cientos de años, puede que el cambio no lo vean ni tus nietos, pero al menos tendremos un mejor mundo donde vivir.